La CNT en la transición: una raíz profunda. 
									 
									
									
									Alfredo González Martínez 
									Juan Pablo Calero Delso 
			
									
									Es un lugar común, incluso en la 
									historiografía más progresista, identificar 
									al Partido Comunista de España como el 
									protagonista de la lucha antifranquista, 
									otorgándole un papel tan destacado que, en 
									ocasiones, parece convertir aquel combate 
									democrático coral en un sencillo monólogo. 
									Esta falsa sinonimia llega al descaro en el 
									caso de la lucha guerrillera, popularmente 
									conocida como el maquis, que se prolongó 
									hasta los primeros años sesenta, a pesar de 
									que el PCE la abandonó antes de que acabase 
									la década de los cuarenta. Por otro lado, 
									las necesidades políticas de la Segunda 
									Restauración, han forzado la búsqueda 
									desesperada de cualquier leve rastro del 
									enfrentamiento con la dictadura de los 
									tantas veces complacientes núcleos 
									monárquicos o han magnificado la débil 
									oposición del socialismo democrático al 
									régimen del general Francisco Franco. 
			
									
									Sin embargo, un espeso manto de silencio ha 
									caído sobre el activismo clandestino del 
									movimiento libertario español al que se 
									tragó la tierra en los años posteriores al 
									final de la Segunda Guerra Mundial. ¿Fue 
									capaz el franquismo de aplastar al potente 
									movimiento libertario, que llevaba décadas 
									sufriendo sin desmayo una persecución tan 
									dura como tenaz? ¿Se mantuvo España al 
									margen del rejuvenecido espíritu anarquista, 
									redescubierto bajo los adoquines parisinos 
									en la primavera de 1968? ¿Fue tan casual 
									como espontáneo el resurgir de la acracia a 
									partir del año 1975? 
			
									
									Es difícil contestar afirmativamente a todas 
									estas preguntas, y sin embargo parece haber 
									un acuerdo unánime entre los historiadores 
									para reconocer la importancia de la CNT en 
									el periodo de la Segunda República y la 
									Guerra Civil, expresada en el Congreso 
									confederal celebrado en Zaragoza en mayo de 
									1936, y el inesperado resurgimiento del 
									movimiento libertario durante la transición, 
									puesto de manifiesto en los actos convocados 
									en San Sebastián de los Reyes y Montjuich 
									cuarenta años después, mientras se obvia con 
									descaro la actividad de oposición anarquista 
									al franquismo. La razón de este olvido es 
									consecuencia obligada de la costumbre de 
									investigar al movimiento anarquista hispano 
									usando los medios y los métodos empleados 
									tradicionalmente para el estudio de la 
									historia política y social, buceando en 
									archivos oficiales y privados en busca de 
									documentos orgánicos, listas de afiliados y 
									comités o actas de comicios formales. Pero, 
									como esperamos demostrar, no se puede 
									conocer y estudiar a la CNT sin considerar 
									su propia personalidad y sin tener en cuenta 
									su ideología, ejercicio imprescindible en 
									una organización que hace bandera de la 
									coherencia entre principios y fines. 
			
									
									La postguerra 
									El trágico final de la Guerra Civil, en 
									abril de 1939, fue especialmente doloroso 
									para los militantes anarcosindicalistas, que 
									sufrieron tanto la derrota militar como la 
									destrucción del proceso revolucionario que 
									con tanto entusiasmo habían puesto en pie, 
									en muchas ocasiones en contra de sus 
									ocasionales aliados republicanos, 
									socialistas y comunistas. Por otra parte, 
									desarraigados entre los desterrados, no 
									siempre contaron con la calurosa acogida que 
									algunos países ofrecieron a los que 
									compartían ideas y proyectos con sus 
									gobiernos, como ocurrió con la Unión 
									Soviética para los comunistas. 
			
									
									Por todo ello, los militantes 
									anarcosindicalistas españoles no tuvieron 
									más estrategia que la caída inmediata del 
									régimen franquista, por la que combatieron 
									con una urgencia que a veces fue causa de 
									errores y precipitaciones. Además, 
									sacrificando sus más íntimas convicciones, 
									en muchas ocasiones renunciaron a la 
									actividad sindical para combatir en la 
									guerrilla con las armas en la mano o para 
									colaborar con la acción política de todos 
									aquellos que se oponían a la dictadura del 
									general Franco. 
			
									
									En julio de 1936 la Confederación Nacional 
									del Trabajo era la organización proletaria 
									más numerosa del país. Durante los tres años 
									de Guerra Civil, si bien vio muy mermadas 
									sus filas por la represión sufrida en las 
									zonas que ocupaba el ejército rebelde, 
									también es cierto que de la mano del proceso 
									revolucionario de las Colectivizaciones se 
									alentó el crecimiento de la organización 
									confederal en las zonas que permanecieron 
									bajo control del gobierno republicano, 
									permitiendo la implantación del movimiento 
									libertario más allá de sus tradicionales 
									zonas de influencia.  
			
									
									Al finalizar la Guerra Civil, y a pesar de 
									una feroz persecución que había diezmado sus 
									filas y de la derrota que había condenado al 
									exilio a muchos de sus mejores afiliados, la 
									CNT se reorganizó clandestinamente en el 
									interior del país desde el primer momento. 
									Los militantes anarcosindicalistas 
									decidieron sostener un sindicato 
									clandestino, por lo que lentamente 
									reconstruyeron los sindicatos, regularizaron 
									las cotizaciones, constituyeron los comités 
									y coordinaron sus actividades. Como explica 
									Ángel Herrerín, “Su labor se inició desde 
									los mismos campos de concentración donde 
									fueron ingresados los luchadores 
									antifascistas, y su ritmo de reorganización 
									sólo puede ser comparable a la velocidad con 
									la que la policía franquista lograba 
									desmantelar los diferentes órganos 
									representativos confederales” 
			
									
									A partir de 1943, con las primeras derrotas 
									de las potencias del Eje en la Segunda 
									Guerra Mundial, la actividad sindical de los 
									militantes de la CNT se incrementó 
									notablemente, ante la perspectiva de una 
									próxima capitulación de Alemania y de sus 
									aliados militares, que parecía anticipar un 
									próximo final para la dictadura española. 
									Además, en buena parte como reflejo de este 
									nuevo contexto internacional, a mediados de 
									la década de los años 40 fueron saliendo de 
									las cárceles muchos de los militantes 
									libertarios más activos y conscientes, 
									reforzándose extraordinariamente la red 
									sindical clandestina. 
			
									
									En el mes de julio de 1945 la CNT fue capaz 
									de organizar en el pueblo madrileño de 
									Carabaña un Pleno Nacional de Regionales, su 
									máximo órgano de coordinación, al que 
									asistieron delegados de Andalucía, Norte, 
									Galicia, Centro, Levante, Cataluña y Aragón, 
									que representaban a unos treinta mil 
									afiliados. Allí se eligió un nuevo Comité 
									Nacional, el octavo desde el final de la 
									Guerra Civil, y se marcaron las líneas 
									generales de la actuación de la central 
									anarcosindicalista. 
			
									
									En los meses posteriores al Pleno de 
									Carabaña, la CNT relanzó su actividad y 
									reforzó sus filas, en unos momentos 
									especialmente difíciles, cuando la simple 
									cotización a un sindicato confederal todavía 
									podía acarrear fuertes condenas de cárcel. 
									Ángel Herrerín cifra en más de cincuenta mil 
									el número de afiliados en 1947 y una cifra 
									muy similar se mantuvo hasta el final de esa 
									década. 
			
									
									La reorganización de los sindicatos 
									confederales no tenía como finalidad la 
									mejora de las condiciones de vida y de 
									trabajo de la clase obrera, a pesar de ser 
									especialmente penosas, pues su principal 
									objetivo era la caída de la dictadura. En un 
									evidente ejercicio de posibilismo, que 
									contrasta con su imagen de intransigencia 
									revolucionaria, la CNT participó en las 
									conspiraciones políticas que se produjeron 
									en ese período. Cabe destacar su 
									intervención en la Alianza Nacional de 
									Fuerzas Democráticas, un frente amplio en el 
									que también colaboraban los monárquicos, que 
									fue causa de una amarga ruptura del 
									movimiento libertario. 
			
									
									Simultáneamente, numerosos militantes 
									confederales desarrollaban una intensa 
									actividad guerrillera. Huidos desde los 
									primeros días de la Guerra Civil, refugiados 
									en el monte que escapaban de la represión y 
									miembros de la Resistencia antifascista, que 
									tras su victoria en la Segunda Guerra 
									Mundial volvieron a su país a continuar el 
									combate, fueron muchos los cenetistas que 
									lucharon en el maquis durante más de veinte 
									años, una oposición armada muy pronto 
									abandonada por socialistas y comunistas. 
			
									
									La travesía del desierto. 
									Al comenzar los años sesenta las 
									organizaciones del movimiento libertario 
									estaban diezmadas y agotadas. La represión, 
									que con tanta crueldad se había ensañado con 
									los militantes anarcosindicalistas, la 
									acuciante falta de medios, en una 
									organización que no tenía el apoyo de 
									Estados afines o de poderosas alianzas 
									internacionales, y el fracaso de la 
									resistencia antifranquista, tanto en el 
									plano político como en el militar, hicieron 
									mella en el ánimo de los cenetistas. Frente 
									al derrotismo de tantos afiliados, algunos 
									militantes decidieron continuar su combate 
									contra el régimen franquista sin perder de 
									vista la realidad del país, por lo que 
									decidieron cambiar de táctica: mantuvieron 
									la lucha clandestina, pero no intentaron 
									dotarse de una estructura sindical homogénea 
									y centralizada. La represión obligó a la 
									central anarcosindicalista a abandonar su 
									tradicional organización interna, propia de 
									un sindicato, y dotarse de un funcionamiento 
									típicamente anarquista, como son los grupos 
									de afinidad. 
			
									
									El grupo de afinidad es la organización 
									básica y genuina del movimiento anarquista. 
									Es un conjunto pequeño de militantes, 
									normalmente entre cuatro y diez, que 
									trabajan unidos y se conocen. En el grupo no 
									se da la figura del “simple afiliado” o del 
									simpatizante; los componentes de un grupo 
									son todos militantes, y se mantienen dentro 
									de su estructura mientras sigan siéndolo. El 
									grupo de afinidad tiene una vaga inspiración 
									en las sociedades conspirativas 
									decimonónicas. 
									 
									Cuando en 1864 se creó la Asociación 
									Internacional de los Trabajadores (AIT), 
									Mijail Bakunin, el gran teórico del 
									anarquismo, ya había fundado la Alianza para 
									la Democracia Socialista (ADS), organización 
									internacional conspirativa libertaria que 
									muy pronto se integró en la AIT. Para 
									Bakunin resultaban seguras y eficaces las 
									agrupaciones secretas formadas por personas 
									convencidas y de absoluta confianza, que en 
									determinados momentos favorables pudieran 
									ponerse a la cabeza de los acontecimientos, 
									pero sólo para inspirar y esclarecer, pues 
									la revolución sólo la hace el pueblo. Con 
									este espíritu se había creado la ADS; su 
									programa era en apariencia coincidente con 
									el de la AIT y, de hecho, muchas secciones 
									europeas de la Internacional estaban creadas 
									y animadas por miembros de la ADS, como fue 
									el caso de España. 
			
									
									Cuando las diferencias ideológicas hicieron 
									imposible la convivencia en el seno de la 
									AIT de los sectores anarquista y marxista, 
									se produjo la ruptura de la Primera 
									Internacional. Para entonces, la ADS, sin 
									haberse disuelto de facto, estaba en gran 
									medida diluida dentro de las distintas 
									secciones de la Internacional obrera. En 
									1872 localidad suiza de Saint-Imier acogió 
									el primer congreso de la nueva,Internacional 
									libertaria. Se consumaba así la escisión en 
									el movimiento obrero. 
			
									
									La represión de los distintos gobiernos 
									contra las secciones internacionalistas 
									libertarias hizo casi imposible que pudiesen 
									desarrollar una actuación abierta, por lo 
									que sus militantes volvieron a organizarse 
									en núcleos secretos. Surgieron entonces los 
									grupos de afinidad, con una clara diferencia 
									de la práctica anterior: se constituyeron 
									por afinidades personales, de ahí su nombre, 
									y no por centros de trabajo o, 
									necesariamente, de localidad de residencia. 
									Los grupos, como ya dijimos, son pequeños y 
									todos los miembros se conocen entre sí, de 
									manera que la infiltración policial es poco 
									menos que imposible. El inconveniente de 
									esta afinidad es que cuando uno de sus 
									miembros es detenido, si sucumbe a las 
									torturas policiales, puede llegar a 
									proporcionar mucha información. Los grupos 
									de afinidad siempre cuentan a su alrededor 
									con cierto número de simpatizantes, gente 
									con una ideología afín pero que no 
									desarrolla una militancia constante. Estos 
									simpatizantes van a ser fundamentales para 
									la realización de las tareas del grupo; por 
									ejemplo, la publicación de un periódico es 
									primordial en la acción de los grupos, y los 
									simpatizantes ayudarán a su distribución. 
			
									
									Los principales objetivos de los grupos de 
									afinidad son propagar la ideología 
									anarquista, la agitación popular y la 
									consiguiente organización de revueltas y 
									motines, aparte de, en momentos de 
									permisividad legal, la creación de centros 
									culturales, sociedades obreras y todo 
									aquello que suponga un paso adelante en la 
									emancipación delas clases trabajadoras. Por 
									otro lado, los grupos mantienen relaciones 
									entre sí para extender su acción o, las más 
									de las veces, para ejercer la solidaridad 
									con los represaliados, organizar las fugas 
									de sus presos, etc. 
			
									
									En España los grupos de afinidad surgieron a 
									partir de 1874, con la ilegalización de la 
									sección nacional de la Primera 
									Internacional, y su número y actividad se 
									incrementó a partir del año 1888, cuando los 
									anarquistas hispanos decidieron disolver su 
									organización sindical: la Federación de 
									Trabajadores de la Región Española (FTRE). 
									Sin embargo, la coordinación de estos grupos 
									de afinidad ácratas fue decisiva en la 
									formación y sostenimiento de numerosas 
									sociedades obreras, cuya convergencia daría 
									como resultado la fundación en 1910 de la 
									Confederación Nacional del Trabajo (CNT). 
			
									
									A partir de ese momento, el peso de la lucha 
									social en España lo llevaron las diferentes 
									federaciones y sindicatos de la CNT, si bien 
									los grupos de afinidad anarquista no se 
									disolvieron, pues siguieron desarrollando 
									una intensa actividad social que no era 
									estrictamente laboral, publicando periódicos 
									y revistas y creando centros educativos, 
									como los ateneos libertarios y las escuelas 
									racionalistas. También tuvieron una 
									coordinación estable de ámbito nacional que, 
									desde el Congreso de Amsterdam de 1907, fue 
									también internacional. 
			
									
									Por eso, cuando a partir de los años sesenta 
									del siglo pasado, la organización del 
									movimiento libertario había sido destrozada 
									por la represión, y no tenía muchas 
									posibilidades a corto plazo de crecimiento 
									ni de estructuración, con la mayoría de la 
									militancia veterana sin posibilidades de 
									incidencia en el medio obrero, resurgió la 
									necesidad de organizarse de nuevo en 
									pequeños grupos de afinidad con el doble fin 
									de mantener mínimamente la estructura 
									orgánica y ser más impermeables a la 
									infiltración policial. Se crearon grupos en 
									todas las localidades donde quedaban 
									militantes. Las actividades de estos grupos 
									iban desde el apoyo mutuo, tan necesario a 
									la hora de encontrar trabajo o vivienda en 
									la sociedad del momento, hasta la edición de 
									propaganda. La organización obrera (CNT) y 
									los grupos anarquistas (FAI) tuvieron 
									trayectorias paralelas con constantes 
									coincidencias, llegándose a la total fusión 
									de ambas modalidades organizativas al final 
									de la Guerra Civil, por lo que los nuevos 
									grupos de afinidad representaban por igual a 
									todas las formas orgánicas del movimiento 
									libertario español. 
			
									
									En las áreas más castigadas por la represión 
									franquista, como era el caso de las 
									provincias en las que desde el primer 
									momento había triunfado el golpe militar, la 
									militancia libertaria fue masacrada con más 
									intensidad que en otras zonas, por lo que 
									pocos militantes pudieron formar grupos. 
									Salamanca, Vigo, Zamora, Valladolid, 
									Santander o Palencia son ciudades en la que 
									se mantuvieron grupos de afinidad con escasa 
									actividad; se limitaban a reunirse 
									periódicamente para comentar la situación 
									política e intercambiar noticias, 
									organizaban una comida para celebrar el 
									Primero de Mayo y recibían la prensa 
									libertaria editada en el exilio pero ni 
									publicaban ni apenas difundían propaganda. 
									Según el testimonio de José Domínguez, 
									anarquista de Carmona, hacia el año 1962 se 
									celebró una reunión en la campiña sevillana 
									de los militantes de Andalucía occidental 
									que se encontraban en libertad. Se decidió 
									dejar de hacer afiliaciones y mantener las 
									mínimas relaciones orgánicas, de hecho, 
									dejaron de actuar en nombre de la CNT y se 
									constituyeron en grupos de afinidad. 
									Prácticamente la única actividad que 
									tuvieron en común fue el apoyo a los presos. 
									Paradójicamente, tuvieron más relaciones con 
									los viejos militantes andaluces emigrados a 
									Cataluña y el País Vasco que con los que se 
									quedaron en la región. 
			
									
									Muy similar era la situación en la regional 
									de Levante, que englobaba a las provincias 
									de Castellón, Valencia, Alicante y Murcia. 
									En septiembre de 1965, la CNT del exilio 
									emitió en Francia un informe sobre la 
									situación del movimiento confederal en el 
									interior de España en el que, entre otras 
									cosas, señala que en la regional levantina 
									“se venían manteniendo relaciones muy 
									superficiales a causa de la psicología 
									especial de la mayoría de los militantes, 
									que sustentaban el criterio de que todo 
									esfuerzo era inútil porque la solución 
									vendría por sí misma. Mantenían la 
									convicción de que era vano todo sacrificio, 
									porque la CNT renacería espontáneamente en 
									el instante en que la democratización 
									irreversible del país se hiciera patente. Lo 
									prudente, según ellos, era mantener en la 
									reserva la militancia que nos queda para que 
									en dicho momento sumaran todos los esfuerzos 
									en la reconstrucción de las instituciones 
									obreras”. 
			
									
									La intención del informe era despistar a la 
									policía franquista, que se sospechaba que 
									acabaría conociendo este texto, sobre lo que 
									de verdad estaba ocurriendo en Levante: se 
									habían roto las relaciones orgánicas entre 
									la militancia porque se había optado por 
									organizarse en grupos de afinidad. Era una 
									región con fuerte implantación de la CNT, 
									con sindicatos en cerca del cincuenta por 
									ciento de los pueblos y, por supuesto, en 
									todas las capitales de provincia. La 
									reorganización en grupos de afinidad 
									permitió, una vez muerto Franco, la 
									inmediata creación de sindicatos de la CNT 
									en muchísimos pueblos, sobre todo en las 
									provincias de Castellón y Valencia. 
			
									
									En el área metropolitana de Barcelona la 
									militancia confederal se vio reforzada por 
									la emigración andaluza, pero los recién 
									llegados no tenían posibilidades reales de 
									actuación sindical, pues se trataba de 
									militantes conocidos por la policía, que 
									vigilaba de cerca sus pasos, por lo que 
									debieron juntarse en grupos de afinidad 
									atendiendo a sus localidades de procedencia. 
									No tuvieron mucha relación con los 
									compañeros catalanes, cuyos sindicatos 
									clandestinos estaban atravesando malos 
									momentos en cuanto a afiliación; pronto 
									imitaron el ejemplo de las demás regiones y 
									se constituyeron grupos de afinidad en toda 
									Cataluña. La cercanía de la frontera 
									permitió que las relaciones con los 
									exiliados siguieran siendo fluidas; además, 
									la casi inexistente relación de estos grupos 
									entre sí hizo disminuir mucho el número de 
									detenciones. 
			
									
									En Asturias, Rioja y País Vasco también la 
									militancia creó grupos de afinidad. Algunos 
									de ellos estuvieron implicados en el proceso 
									de creación de Comisiones Obreras (CC.OO.), 
									aunque muy pronto abandonaron esta 
									organización, ante su creciente 
									burocratización y el dirigismo ejercido por 
									el Partido Comunista. En Extremadura y en 
									Castilla la Nueva (Talavera, Cuenca, 
									Puertollano, Guadalajara) se mantuvieron 
									algunos grupos que, aunque en modo alguno se 
									insertaron en las nuevas luchas sociales, 
									sirvieron de referencia para toda una 
									generación que buscaba una alternativa 
									diferente a la que ofrecían las 
									organizaciones marxistas y las cristianas. 
			
									
									En Madrid se creó el Grupo Anselmo Lorenzo, 
									que nació con la idea de ser el germen de la 
									reconstrucción de la CNT cuando las 
									circunstancias lo permitiesen; de momento se 
									dedicaron a estudiar la situación 
									socio-laboral, editando algunos interesantes 
									documentos, entre los que cabe destacar 
									Problemas presentes y futuros del 
									Sindicalismo Revolucionario en España, 
									editado en 1969, y Cuestiones del 
									sindicalismo: La Ley Sindical y las 
									elecciones sindicales, que vio la luz en 
									1971. Simultáneamente, se mantuvieron otros 
									muchos grupos de afinidad en la capital 
									española. Uno de ellos, fue constituido por 
									militantes que llevaban pocos meses en 
									libertad tras soportar largas condenas, 
									entre 15 y 20 años, y que volvieron a ser 
									rápidamente detenidos, aunque no arrastraron 
									a nadie más en su caída. Su proceso fue el 
									primero del recién creado Tribunal de Orden 
									Público y todos los encausados eran 
									veteranos de los comités clandestinos de la 
									CNT: Lázaro Arjona, Miguel Flores, Fidel 
									Gorrón, Juan Martínez, Emiliano Mier... 
									 
									Así pues, aparentemente desmantelada la CNT, 
									el movimiento libertario siguió vivo y 
									activo durante los últimos años del 
									franquismo gracias a los numerosos grupos de 
									afinidad que se extendían por toda la 
									geografía nacional. El fenómeno del 
									cincopuntismo es la mejor prueba no sólo de 
									la pujanza del nuevo movimiento obrero, 
									básicamente articulado en torno a las 
									Comisiones Obreras, sino también de la 
									fuerza de un movimiento libertario al que 
									desde el poder aún se le consideraba con 
									fuerza para modificar el panorama sindical 
									español del momento. 
			
									
									Desde el sindicalismo vertical franquista se 
									tentó a un puñado de viejos militantes 
									cenetistas de prestigio a los que se les 
									ofreció la posibilidad de influir en la 
									Confederación Nacional de Sindicatos (CNS), 
									la central sindical del régimen, 
									integrándose en el seno de unos renovados 
									sindicatos. La burda maniobra no tenía más 
									objetivo que utilizar el prestigio de la CNT 
									para combatir al nuevo sindicalismo animado 
									por las jóvenes generaciones obreras que 
									estaba poniendo en jaque el modelo 
									franquista de relaciones laborales. El 
									señuelo era un sindicalismo políticamente 
									neutro y el anticomunismo heredero de los 
									sucesos del mes de mayo de 1937, pero sólo 
									unos pocos afiliados picaron el anzuelo: 
									Lorenzo Iñigo, Francisco Royano, Saturnino 
									Carot, Sebastián Clavo, Florian Calle, Ramón 
									Álvarez.... En el verano de 1965 firmaron 
									unos acuerdos con los representantes de la 
									CNS que fueron desautorizados por la 
									práctica totalidad de la militancia 
									anarcosindicalista, tanto del interior como 
									del exilio. 
			
									
									Fracasado su desembarco en el sindicalismo 
									vertical franquista, al ponerse en evidencia 
									su falta de representatividad, aislados del 
									conjunto del movimiento libertario y 
									desbordados por los acontecimientos 
									nacionales, los cincopuntistas continuaron a 
									pesar de todo con sus actividades y 
									mantuvieron una cierta coordinación entre 
									sus dispersos y escasos seguidores. En los 
									últimos meses del franquismo fueron de nuevo 
									utilizados por el entonces gobernador civil 
									de Barcelona, Rodolfo Martín Villa, y el 
									Delegado Provincial de la CNS en la capital 
									catalana, José María Socias Humbert, 
									cosechando un fracaso similar. 
			
									
									Pero la prolongada represión franquista no 
									sólo forzó a los grupos clandestinos de la 
									CNT a enmascarar su actividad, impidiéndoles 
									dotarse de una estructura sindical 
									centralizada, también dificultó el ingreso 
									en la organización confederal de las nuevas 
									generaciones anarquistas. Muchos jóvenes 
									fueron conmovidos por la experiencia 
									libertaria vivida en París en mayo de 1968, 
									cuyos ecos llegaron a una España que estaba 
									viviendo un proceso de creciente 
									radicalización política. Aislados e 
									inconexos, estos jóvenes formaron nuevos 
									núcleos disgregados de la red libertaria 
									clandestina. 
			
									
									En algunos de ellos militaban antiguos 
									afiliados cenetistas. Era el caso de una 
									corriente que fue denominada “humanista” que 
									tenía como principal polo de atracción a 
									Félix Carrasquer, un destacado dirigente 
									anarcosindicalista que había sido miembro 
									del Comité Nacional de la CNT desmantelado 
									en el mes de noviembre de 1947, a pesar de 
									que era ciego y precisaba de la compañía de 
									un lazarillo. En esta corriente se incluían 
									los llamados Grupos de Solidaridad, que 
									estaban presentes en Madrid, Barcelona y, 
									sobre todo, Valencia. Uno de sus militantes 
									más destacados era el madrileño Carlos 
									Ramos, que jugó un importante papel en el 
									proceso escisionista de la CNT. 
			
									
									Incluso en ámbitos tradicionalmente alejados 
									de la ideología anarquista se fueron 
									formando grupos con una ideología más o 
									menos vagamente anarcosindicalista. El 
									proyecto de renovación experimentado por la 
									Iglesia Católica a partir del Concilio 
									Vaticano II hizo posible la apertura 
									política hacia la izquierda de los sectores 
									confesionales con más inquietudes sociales, 
									encorsetados hasta ese momento por la 
									llamada Doctrina Social de la Iglesia. Mucho 
									se debatió, desde una y otra orilla, sobre 
									la confluencia de cristianos y marxistas, 
									pero muy poco se conoce sobre las relaciones 
									entre anarquismo y cristianismo. 
			
									
									El mejor representante de esta corriente de 
									opinión que pretendía conjugar la ideología 
									libertaria con la espiritualidad cristiana 
									fue Carlos Díaz, un joven profesor de 
									Filosofía, que publicó en esos años 
									numerosos artículos sobre anarquismo11. Pero 
									no fue el único, otros autores como Heleno 
									Saña, que había nacido en el seno de una 
									familia de tradición cenetista, también 
									ofrecían una visión mística del anarquismo. 
									En torno a estas ideas se fue formando una 
									pléyade de grupos anarquistas cohesionados 
									por el “elemento cristiano, utilizando 
									categorías, esquemas, estrategias de 
									indudable corte marxista, encubiertos por 
									lenguaje libertario como simple imagen 
									epidérmica, superficial y formal”. 
			
									
									Uno de estos grupos cristianos atraídos por 
									la ideología libertaria que se mostraban más 
									activos animaba en Bilbao y Madrid la 
									editorial ZYX. Mantuvieron contactos 
									frecuentes con algunos destacados militantes 
									anarcosindicalistas, como Juan Gómez Casas, 
									y en los últimos años del franquismo 
									editaron varios libros sobre temática 
									anarquista, entre los que merece la pena 
									destacar una breve biografía de Mijail 
									Bakunin publicada en 1966 y firmada por 
									Carlos López Cortezo. A pesar de que 
									sostienen que “en los últimos 60 años los 
									cristianos han editado más publicaciones 
									libertarias que todos los grupos anarquistas 
									juntos”14, las sucesivas ediciones de ZYX, 
									lejos de revelar la sintonía entre 
									anarquistas y cristianos, mostraban la 
									permisividad del régimen franquista para con 
									la Iglesia Católica, auténtico poder fáctico 
									bajo cuyo paraguas se refugió el colectivo 
									que animaba este proyecto editorial para 
									publicar obras que nunca hubiesen podido 
									salir a la calle si hubiesen sido escritas, 
									impresas o distribuidas por militantes 
									anarquistas. 
			
									
									EL grupo de ZYX no fue el único. Del seno de 
									Vanguardia Obrera Social y Vanguardia Obrera 
									Juvenil, las organizaciones del catolicismo 
									social impulsadas por los jesuitas, nació en 
									1962 una nueva organización denominada 
									Acción Sindical de Trabajadores que, en 
									1970, decidió “convertirse en una 
									organización política del proletariado [lo 
									que exigía] adoptar la ideología científica 
									que es el marxismo-leninismo, y elaborar una 
									Línea Política que, ajustada a las 
									condiciones concretas, sea guía para dirigir 
									y organizar la lucha de clases del 
									proletariado”, propuesta que no fue asumida 
									por “los anarco-sindicalistas (empeñados en 
									anclar el desarrollo de la conciencia de 
									clase no más allá de la lucha económica) y 
									los políticos pequeño-burgueses trosquistas 
									(empeñados en imponer sus propios prejuicios 
									ideológicos reaccionarios a la clase obrera) 
									[que] formarían un bloque para que la 
									Organización Revolucionaria de Trabajadores 
									se cerrara el paso a su conversión en 
									organización marxista-leninista. No 
									conseguirán sus propósitos y a mediados de 
									1971 se separarán de la Organización. Ésta, 
									salvado este obstáculo, emprende una marcha 
									ininterrumpida hacia el marxismo-leninismo”. 
									Purgados estos grupos despectivamente 
									calificados como anarcosindicalistas, 
									presentes hasta entonces en el seno de la 
									AST, la mayoría de sus afiliados adoptó las 
									posiciones más intransigentes del marxismo, 
									en la línea de Josif Stalin y Mao Zedong. 
			
									
									Al margen de cualquier otra asociación o 
									tendencia, a partir de los primeros años de 
									la década de los 70 fueron surgiendo al 
									calor de las cada día más numerosas luchas 
									obreras una serie de grupos de fábrica o 
									taller con una marcada ideología libertaria 
									que se mostraban bastante cohesionados, 
									aunque carecían de cualquier estructura 
									organizativa. Se denominaban Grupos 
									Autónomos y llegaron a tener cierta fuerza 
									en algunos ámbitos, como por ejemplo en las 
									empresas metalúrgicas del cinturón 
									industrial de Madrid. Arribaron al 
									anarquismo de forma autodidacta, sin ningún 
									contacto con los militantes veteranos, y su 
									proceso de maduración ideológica fue fruto 
									de su particular experiencia cotidiana en 
									las luchas obreras, por lo que estos grupos 
									se caracterizaron por su fuerte crítica a 
									las formas burocráticas y reformistas de 
									Comisiones Obreras y de los partidos 
									marxistas, especialmente del PCE. 
			
									
									En los últimos años del franquismo la 
									Universidad se convirtió en la punta de 
									lanza de la agitación opositora y en un 
									ámbito abierto para el ejercicio de las 
									libertades públicas. Por eso mismo, con 
									mayor fuerza si cabe que en el mundo 
									laboral, los planteamientos libertarios 
									empezaron a cuajar entre los estudiantes, en 
									buena parte bajo la influencia directa de la 
									revuelta del mayo del 68 parisino. En 
									numerosas localidades de todo el país se 
									crearon espontáneamente grupos de afinidad 
									de jóvenes anarquistas, tanto en Institutos 
									y Universidades, como veremos más adelante 
									que ocurrió en Zaragoza, como en los 
									barrios, como sucedió en Madrid, donde 
									incluso llegaron a estructurarse 
									territorialmente en la llamada Federación 
									Anarquista de Barrios (FAB), un ámbito de 
									actividad política por entonces animado por 
									las Asociaciones de Vecinos. 
			
									
									La reconstrucción 
									Aunque fuese lentamente, a partir de 1973 
									todos estos grupos comenzaron a coordinarse 
									para reconstruir las estructuras sindicales 
									de la CNT cuando llegase el esperado colapso 
									del régimen franquista, que a esas alturas 
									todos veían inminente. Así por ejemplo, en 
									Madrid los Grupos Autónomos empezaron a 
									tomar contacto con los veteranos; el Grupo 
									Anselmo Lorenzo tuvo un papel esencial en 
									este acercamiento. 
									(15 Editorial de En Lucha, 28 de abril de 
									1974.) 
									(16 Ver los dos tomos del Colectivo Estatal 
									Autonomía Obrera, Luchas autónomas en la 
									Transición democrática. Editorial Zero, 
									Madrid, 1977.) 
									 
									Según los testimonios de Leandro Quevedo y 
									Vicente Díaz, en octubre de 1975, cuando tan 
									sólo faltaba un mes para la muerte del 
									general Franco, se aprovechó el entierro en 
									Madrid de la madre de Vicente Díaz, una 
									antigua y conocida militante libertaria, 
									para hacer una asamblea de militantes 
									anarcosindicalistas en el propio cementerio, 
									libre de cualquier presencia policial, que 
									puede considerarse el pistoletazo de salida 
									de la reconstrucción de la CNT; allí mismo 
									se decidió disolver los grupos de afinidad y 
									volver a estructurarse por sindicatos de 
									oficio. Al sepelio asistieron militantes 
									cenetistas de otras ciudades que, a la 
									vuelta a sus lugares de residencia, 
									plantearon hacer lo mismo a sus respectivos 
									grupos. Como reconoce uno de los 
									protagonistas, “la militancia veterana, 
									dispersa prácticamente tras el apagón de los 
									años cincuenta debido a la enorme represión 
									realizada por el franquismo sobre la 
									organización confederal, empieza a 
									reagruparse”. 
			
									
									A partir de la muerte del dictador, la 
									reconstrucción de la Confederación Nacional 
									del Trabajo se aceleró. En diciembre de 1975 
									se celebró en Madrid una asamblea, a la que 
									asistieron más de doscientas personas, en la 
									que se decidió reconstruir la organización 
									anarcosindicalista y se nombró un nuevo 
									Comité Regional de Centro que, 
									provisionalmente, funcionaría como Comité 
									Nacional hasta que pudiese celebrarse un 
									Pleno Nacional de Regionales. 
			
									
									En muy poco tiempo se restablecieron las 
									relaciones con todos los grupos de afinidad 
									que, repartidos por toda la geografía 
									nacional, se habían mantenido más o menos 
									activos en los últimos años, aunque mientras 
									tanto habían muerto bastantes de los 
									veteranos militantes libertarios. Los grupos 
									de afinidad, nacidos para evitar la 
									represión policial, se convirtieron 
									automáticamente en Sindicatos de Ramo o de 
									Oficios Varios. En enero de 1976 se celebró 
									un Pleno Nacional de Regionales de la CNT, 
									en el que se dio por reconstruida la 
									Confederación y, entre otras cosas, se 
									expuso que “convencidos los trabajadores de 
									que debemos luchar en sindicatos libres e 
									independientes de los partidos, como único 
									medio para alcanzar la verdadera revolución 
									social, proponemos: 
									-la solidaridad y respeto absoluto del 
									hombre; 
									-la participación directa en la actuación y 
									en la lucha; 
									-rechazo del liderismo y de la burocracia en 
									los sindicatos; 
									(Juan Gómez Casas, El relanzamiento de la 
									CNT. 1975-1979. Editorial CNT, Madrid, 
									1984.) 
									-independencia económica de los sindicatos 
									respecto de cualquier partido o Estado; 
									-derecho a la objeción de conciencia; 
									-abolición de la pena de muerte y métodos 
									represivos; 
									-eliminación del paro obrero y nivelación de 
									sueldos con respecto al nivel de vida; 
									-abolición de la duplicidad de empleos fijos 
									y eventuales, así como del trabajo a 
									destajo, primas y horas extras; 
									-una educación racional e integral sin 
									discriminación alguna. 
			
									
									La Confederación Nacional del Trabajo (CNT) 
									considera que la presión revolucionaria de 
									las conquistas reivindicativas de la clase 
									obrera en rebeldía contra los sistemas de 
									explotación y opresión, debe manifestarse 
									permanentemente con una dinámica de lucha 
									creciente, cada vez más radical, apoyándose 
									siempre en la clase trabajadora, promoviendo 
									su concurso y acción directa”. 
			
									
									Al mes siguiente, en la ciudad de Barcelona, 
									cuna de la CNT, se reunieron más de 
									seiscientos militantes que eligieron un 
									Comité Regional de Cataluña, y encuentros 
									similares se celebraron en Asturias, 
									Andalucía o Valencia. En los tres meses 
									posteriores a la muerte del general Franco, 
									el proceso de reconstrucción de los 
									sindicatos confederales y la coordinación 
									entre los diferentes núcleos locales para 
									vertebrar de nuevo toda la estructura 
									orgánica cenetista, era ya una realidad 
									indiscutible. Al final de esta etapa, 
									salieron a la luz incluso los grupos de 
									afinidad que se habían ido constituyendo en 
									las décadas precedentes en muchas pequeñas 
									ciudades de provincias, como Cuenca o 
									Guadalajara, permitiendo un rápido resurgir 
									de la CNT. 
			
									
									La ciudad de Zaragoza, uno de los bastiones 
									anarcosindicalistas antes de la Guerra 
									Civil, nos ofrece un caso paradigmático de 
									la reconstrucción de la organización 
									confederal. En los primeros meses de 1975 
									“un grupo no pequeño, pero tampoco numeroso, 
									de compañeros libertarios” se reunieron 
									clandestinamente en la denominada I Asamblea 
									Anarquista de Zaragoza, con el objetivo de 
									“clarificarnos y preparar las bases que 
									condugese (sic) a una reaparición real de 
									los libertarios y de sus alternativas”. La 
									vieja militancia confederal había sido 
									duramente reprimida a lo largo del 
									franquismo, por lo que esta reconstrucción 
									descansaba principalmente sobre los jóvenes 
									militantes ácratas organizados en diferentes 
									ámbitos, entre los que destacaban los Grupos 
									Autónomos formados por estudiantes de la 
									Universidad de Zaragoza, que llegaron a 
									editar su propio boletín, "Prohibido 
									prohibir", desde finales de 1974 hasta la 
									primavera de 1975. Nació de esta Asamblea la 
									decisión de los diversos grupos e 
									individualidades asistentes de realizar una 
									acción mancomunada tanto en el plano de 
									formación teórica como de actividad 
									propagandística. Se dedicó especial atención 
									a la presencia anarquista en las luchas de 
									la clase obrera de Zaragoza, fuesen de 
									ámbito empresarial (Gaysa, Montañés o 
									Vicente Garcés) o sectorial (Metal y 
									Construcción). 
			
									
									Con la experiencia adquirida y a la vista de 
									las nuevas posibilidades surgidas tras la 
									muerte del general Franco, se convocó en la 
									primavera de 1976 la II Asamblea Anarquista 
									de Zaragoza, en la que se tomó la decisión 
									de reconstruir la Federación Regional del 
									Valle del Ebro de la CNT: se asumía que “es 
									evidente que el movimiento antiautoritario 
									de Zaragoza y región han dado un paso de 
									cuyas implicaciones somos todos 
									conscientes”. En el mes de junio de 1976 
									veía la luz el número 6 de la publicación 
									Acción Libertaria, que ya reclamaba desde la 
									cabecera su nueva condición de portavoz de 
									esta reconstruida Federación Regional. En su 
									número 10, publicado en el mes de septiembre 
									de ese mismo año, se informaba de la 
									celebración de un Pleno de la Federación 
									Local de Zaragoza de la CNT a la que habían 
									asistido más de dos centenares de afiliados; 
									con razón pudo escribirse en las calles de 
									la capital aragonesa aquella célebre 
									pintada: “Animo abuelos, que ya volvemos”. 
			
									
									Como vemos, tanto los grupos de afinidad 
									anarcosindicalistas, formados por los 
									veteranos militantes cenetistas, como los 
									nuevos grupos de diferentes tendencias y 
									procedencias, nutridos sobre todo por 
									jóvenes ácratas, convergieron en la CNT a lo 
									largo de esos primeros meses de 1976; 
									prácticamente nadie quedó excluido de este 
									proceso. Por ejemplo, en Madrid, la FAB se 
									debatía entre continuar como agrupación 
									específicamente anarquista, siguiendo el 
									modelo de la Federación Anarquista Ibérica 
									(FAI), o disolverse en la estructura de la 
									naciente CNT o entrar en Comisiones Obreras 
									para hacerlas avanzar hacia planteamientos 
									libertarios. Finalmente, aconsejados por el 
									Grupo Anselmo Lorenzo, decidieron ingresar 
									en la CNT y disolver la FAB. En esa misma 
									asamblea se creó el Movimiento 
									Autogestionario de Barrios para incidir en 
									el ámbito ciudadano, pero este acuerdo nunca 
									se llegó a hacer realidad porque el trabajo 
									de reconstrucción cenetista acaparó todas 
									las tareas militantes. 
									 
									El proceso de reconstrucción puede darse por 
									definitivamente concluido el 25 de julio de 
									1976. con la celebración del segundo Pleno 
									Nacional de Regionales después de la muerte 
									del general Franco; a él asistieron 
									delegaciones de Andalucía, Asturias, 
									Cataluña, Centro, Euskadi y País Valenciano. 
									Se eligió el primer Comité Nacional regular 
									de la CNT, se acordó dotarse de un carnet 
									confederal y se estableció una cotización 
									mínima, además de aprobarse la publicación 
									de un boletín informativo y de una revista 
									que fuese el portavoz oficioso de la 
									Confederación, aunque estos dos acuerdos 
									nunca se llevaron a la práctica. 
			
									
									El 27 de marzo de 1977 se autorizó la 
									celebración de un mitin de la CNT en la 
									Plaza de Toros de San Sebastián de los Reyes 
									que supuso la primera salida a la luz 
									pública del movimiento libertario después de 
									que ese mismo mes fuesen legalizadas las 
									diferentes centrales sindicales, tras 
									cuarenta años de forzosa clandestinidad. La 
									masiva asistencia al acto de San Sebastián 
									de los Reyes sorprendió a propios y 
									extraños; nadie ni dentro ni fuera de la CNT 
									esperaba que varias decenas de miles de 
									personas acudiesen al llamamiento realizado 
									por una antaño potente organización a la que 
									muchos daban por muerta. El 2 de julio de 
									ese mismo año, más de ciento cincuenta mil 
									personas asistían a un mitin cenetista en 
									Montjuich, mostrando la pujanza del 
									movimiento libertario en Barcelona, la 
									antigua Rosa de Fuego. 
			
									
									Detrás de estos éxitos se encontraba la 
									fructífera reconstrucción de la central 
									anarcosindicalista. En el mes de abril de 
									1977 se celebró una reunión Plenaria del 
									Comité Nacional a la que asistieron las 
									distintas Confederaciones Regionales que 
									agrupaban a 176 Federaciones Locales: 50 en 
									Andalucía, 42 en Cataluña, 30 en el País 
									Valenciano, 13 en las provincias de Murcia y 
									Albacete, 12 en Aragón y Rioja, 8 en la zona 
									Centro, 7 en Euskadi, 4 en Cantabria y otras 
									4 en Extremadura, 3 en Galicia y el mismo 
									número en Canarias, además de las existentes 
									en Asturias y León que no ofrecieron datos 
									concretos. 
			
									
									En el mes de septiembre de 1977 el proceso 
									de Transición democrática parecía haber 
									superado un punto de inflexión, después de 
									la concesión de una amnistía casi total, de 
									la legalización de casi todos los partidos 
									políticos y sindicatos obreros y de la 
									celebración de las primeras elecciones 
									democráticas. En ese momento, la CNT tenía 
									más de 50.000 afiliados organizados en 13 
									Confederaciones Regionales y más de 250 
									Federaciones Locales; solamente en Cataluña 
									se hablaba de 8 Federaciones Comarcales y 70 
									Federaciones Locales, con más de 300 
									sindicatos formalmente constituidos y una 
									cifra que se aproximaba a los 70.000 
									cotizantes. La reconstrucción de la 
									Confederación Nacional del Trabajo era un 
									éxito. 
			
									
									La escisión 
									Este importante crecimiento orgánico no 
									pudo darse sin practicar una estrategia 
									generosa de puertas abiertas que acogía por 
									igual a todos los grupos e individualidades 
									que se reclamaban a sí mismos como 
									libertarios y que aseguraban identificarse 
									con los postulados tradicionales de la CNT. 
									A nadie se le excluyó en este proceso de 
									reconstrucción anarcosindicalista, ni a 
									ninguna de las tendencias en que se había 
									dividido el exilio confederal, ni a los 
									cincopuntistas que acudieron de nuevo a las 
									filas cenetistas. 
			
									
									Junto a estos grupos, en la renacida 
									Confederación Nacional del Trabajo se 
									integraron colectivos muy heterogéneos: GOA, 
									Autonomía Obrera, Liberación, Movimiento 
									Comunista Libertario... Entre ellos merece 
									la pena resaltar la entrada de núcleos 
									marxistas heterodoxos, que buscaban en las 
									raíces históricas del marxismo respuestas a 
									la compleja situación que vivían los países 
									de la órbita soviética, y que habían sido 
									puestos de manifiesto por los 
									acontecimientos de la llamada Primavera de 
									Praga. Grupos partidarios de la formación de 
									Consejos Obreros, popularmente llamados 
									consejistas, seguidores de Rosa Luxemburgo, 
									núcleos del resurgido Partido Obrero de 
									Unificación Marxista (POUM) y otras 
									distintas heterodoxias del marxismo 
									nutrieron en un primer momento las filas de 
									los sindicatos de la CNT. 
									 
									Algunos de estos colectivos abandonaron muy 
									pronto la organización confederal. Es el 
									caso de la tendencia anarco-nacionalista 
									presente en Euskadi, articulada en torno a 
									la revista Askatasuna y encabezada por Mikel 
									Orrantia, autor de un libro titulado Por una 
									alternativa libertaria y global, que 
									salieron de la CNT cuando vieron frustrado 
									su proyecto de constituir una organización 
									sindical específica para Euskadi que además 
									debía ser reconocida como sección nacional 
									por la AIT. Igual situación se dio en 
									Cataluña con buena parte de los Grupos 
									Autónomos, que abandonaron la CNT antes de 
									1979 para dar vida a una nueva organización 
									sindical, los Colectivos Autónomos de 
									Trabajadores, presentes en aquellos momentos 
									en sectores laborales tan dispares como los 
									astilleros gaditanos o los funcionarios de 
									Cataluña. 
			
									
									Perdida la cultura tradicional libertaria, 
									interrumpida la herencia histórica de la 
									Primera Internacional y huérfana del 
									necesario debate de decantación ideológica, 
									la CNT decidió clarificar con calma y 
									sosiego su situación convocando un Congreso, 
									el quinto de los celebrados hasta esa fecha, 
									que se realizó del 8 al 16 de diciembre de 
									1979 en Madrid, y más concretamente en su 
									Casa de Campo, cuarenta y tres años después 
									del anterior. Ya desde el período 
									precongresual se habían empezado a decantar 
									las diferentes tendencias que habían 
									convergido en el sindicato. 
			
									
									En Barcelona fueron expulsados del Sindicato 
									de la Construcción los miembros de los 
									autodenominados Grupos de Afinidad 
									Anarcosindicalista, que nada tenían que ver 
									con los grupos de afinidad creados en los 
									años 60, por su práctica sindical reformista 
									y, sobre todo, por constituir una 
									organización paralela dentro de la CNT. Al 
									poco tiempo, cerca de ochenta militantes se 
									van del Sindicato de Artes Gráficas de la 
									misma ciudad. En Madrid se intentó 
									desfederar al Sindicato de Enseñanza en 
									solidaridad con los expulsados de Barcelona; 
									no se consiguió y abandonaron el sindicato 
									los diecisiete militantes que lo 
									propugnaban. 
			
									
									Son los primeros escarceos del pulso que 
									algunos sectores de la CNT echaron al 
									conjunto de la organización confederal. Para 
									ganar este pulso, y para ganar el Congreso, 
									estos sectores van a coordinarse 
									progresivamente hasta el punto de establecer 
									una estructura propia en el seno de la CNT, 
									paralela a la armazón sindical orgánica: de 
									ahí su nombre de “paralelos”. El objetivo 
									era controlar el mayor número de sindicatos 
									para copar las delegaciones que asistieron 
									al V Congreso Confederal e imponer sus 
									propuestas al resto de corrientes y 
									tendencias. 
			
									
									¿Quiénes nutrieron esta estructura 
									“paralela”? Una compleja amalgama de 
									sindicalistas cristianos, marxistas 
									heterodoxos, posibilistas libertarios, los 
									últimos cincopuntistas... que tenían en 
									común la idea de que era imprescindible 
									forzar un cambio en la estrategia sindical 
									de la CNT para adecuarla a la política de 
									pacto y reforma que ya estaba orientando la 
									Transición democrática. El camino a seguir 
									lo marcará la SAC, una central sindical 
									minoritaria de Suecia que abandonó el 
									anarcosindicalismo en los años cincuenta del 
									siglo pasado. 
			
									
									Quedaban al margen los militantes de algunos 
									partidos de la izquierda comunista, 
									fundamentalmente trostkistas fieles a su 
									táctica del “entrismo”, que buscaban en la 
									CNT una cantera para su menguada militancia 
									y un altavoz para sus propuestas. Por su 
									radicalismo, en buena medida provocado por 
									su empacho de teoría marxista, y por su 
									escaso número, a pesar de considerarse a sí 
									mismos el “partido de la clase obrera”, sus 
									posibilidades de hacerse con el control de 
									la CNT eran insignificantes pero su 
									actividad cooperó para crear el clima de 
									conspiración que ensombreció la convocatoria 
									del V Congreso. 
			
									
									Los veteranos militantes 
									anarcosindicalistas, que habían encabezado 
									la reconstrucción cenetista desde sus grupos 
									de afinidad, y los jóvenes que más se 
									identificaban con el anarquismo clásico, se 
									sabían mayoritarios en el seno de la 
									organización confederal y formaron un bloque 
									anarcosindicalista para impedir el anunciado 
									cambio de rumbo de la CNT. 
			
									
									Para estos anarcosindicalistas no cabía duda 
									de que “al surgimiento público de la CNT nos 
									encontramos con la presencia de varios 
									grupos de presión que de buen principio se 
									infiltran en las estructuras orgánicas de la 
									CNT”. Por su parte, los “paralelos” acusaron 
									a los militantes de la reconstruida 
									Federación Anarquista Ibérica de actuar con 
									autoritarismo ejerciendo un dominio 
									dictatorial en el seno de los sindicatos 
									cenetistas: al bloque anarcosindicalista le 
									denominaban, con desprecio, “exilio-FAI”. 
			
									
									En este comicio se debatió sobre todo lo que 
									concernía a la Confederación, volviendo a 
									tratar asuntos que ya habían sido aprobados 
									en comicios anteriores: parecía como si la 
									CNT, emulando a Sísifo, empezara de cero 
									otra vez. Se aprobó una ponencia sobre 
									principios, tácticas y finalidades que 
									concordaba en todo con los postulados 
									tradicionales de la Confederación; una nueva 
									normativa orgánica que era muy similar, en 
									esencia, a la anterior; una resolución sobre 
									el patrimonio histórico de la CNT y el 
									patrimonio acumulado por la organización 
									sindical franquista; una ponencia sobre 
									Trayectoria histórica del cincopuntismo, sus 
									consecuencias, la traición, delación y 
									colaboraciones.“para prensa, propaganda y 
									formación; resoluciones sobre el paro y 
									sobre los presos... Se fijaron las 
									relaciones que la CNT había de tener con 
									otras organizaciones, y se ratificó su 
									adhesión a la AIT, la Internacional sindical 
									reconstruida en 1922. 
			
									
									Pero el punto más conflictivo era el que se 
									refería a la estrategia laboral y sindical. 
									Aquí se produjeron los mayores choques entre 
									los anarcosindicalistas y los “paralelos”. 
									Finalmente, la moción aprobada por amplia 
									mayoría en el Congreso estaba en consonancia 
									con el sindicalismo revolucionario clásico 
									defendido tradicionalmente por la CNT: se 
									abogaba por la acción directa, se rechazaban 
									los Comités de Empresa y la participación en 
									las Elecciones Sindicales, así como se 
									desaprobaban la existencia de liberados en 
									los sindicatos y la percepción de 
									subvenciones estatales. 
									Al conocerse los resultados de la votación, 
									parte de las delegaciones asistentes 
									abandonaron el Congreso con la intención de 
									impugnar sus acuerdos alegando defectos de 
									forma y presiones del grupo “exilio-FAI”. No 
									dieron por válido el Congreso y consiguieron 
									consumar una escisión al desfederar a los 
									sindicatos que controlaban. Crearon una CNT 
									“paralela” que tuvo su primer congreso al 
									año siguiente, en la ciudad de Valencia, en 
									el que establecieron una estrategia sindical 
									completamente distinta a la que había sido 
									aprobada en el V Congreso de la CNT: 
									aceptaron subvenciones, se presentaron a las 
									Elecciones Sindicales, los diferentes 
									comités tenían poder de decisión y contaban 
									con militantes profesionales o liberados, 
									tanto en los Comités de Empresa como en la 
									propia estructura confederal. 
			
									
									Conclusiones 
									La Confederación Nacional del Trabajo en 
									particular, y el movimiento libertario en 
									general, fueron derrotados en la Guerra 
									Civil. Sin embargo este descalabro, lejos de 
									desalentarles, dio alas a sus militantes 
									para reemprender la lucha contra la 
									dictadura desde las mismas cárceles. Fieles 
									a la coherencia entre fines y medios que 
									siempre ha caracterizado al anarquismo, se 
									dedicaron con ahínco a la reconstrucción en 
									la clandestinidad de los sindicatos 
									confederales. En muy pocos años, habían 
									conseguido poner en pie una sólida 
									organización que acogía a más de cincuenta 
									mil afiliados. 
									Esta renacida CNT tenía como primer objetivo 
									la caída de la dictadura franquista y la 
									recuperación de las libertades ciudadanas, y 
									para alcanzar este propósito no dudó en 
									adoptar todas las formas de lucha, desde la 
									colaboración con fuerzas políticas que 
									habían apoyado al general Franco durante la 
									Guerra Civil, y que interesadamente habían 
									evolucionado hacia posiciones democráticas, 
									hasta el mantenimiento de una lucha 
									guerrillera que se negaba a aceptar el final 
									del conflicto bélico, sin olvidar una sorda 
									acción sindical en campos, fábricas y 
									talleres. 
			
									
									Al comenzar la década de los años 50, la 
									represión había castigado con fuerza a las 
									nutridas filas cenetistas por lo que se hizo 
									imprescindible un cambio de estrategia en la 
									lucha contra el régimen franquista. Por 
									coherencia entre fines y medios y por 
									fidelidad a la ideología libertaria que 
									compartían, los militantes 
									anarcosindicalistas rechazaron dotarse de 
									unos cuadros conspirativos profesionales o 
									dedicarse más intensamente a una lucha 
									armada que algunos compañeros todavía 
									ejercían. 
			
									
									Como ya había sucedido en épocas anteriores, 
									los anarquistas españoles decidieron dejar 
									de actuar en nombre de la CNT y abandonando 
									la organización en sindicatos estructurarse 
									a través de los grupos de afinidad ácratas. 
									Aunque carecían de cualquier estructura 
									centralizada, aunque muchos de estos núcleos 
									estuviesen sometidos a una fuerte presión 
									policial que les impedía ejercer un 
									activismo social muy destacado y aunque no 
									cejó la represión sobre los militantes 
									libertarios, por todo el país fueron 
									surgiendo numerosos grupos de afinidad. 
			
									
									Junto a ellos, se fueron incorporando a la 
									corriente anarcosindicalista miembros de las 
									jóvenes generaciones de estudiantes y 
									trabajadores, algunos llegados desde el 
									cristianismo militante postconciliar, otros 
									desde el marxismo heterodoxo, éstos desde un 
									práctica sindical que les alejaba de unas 
									Comisiones Obreras cada vez más reformistas 
									y burocráticas, aquéllos impactados por las 
									propuestas revolucionarias del parisino Mayo 
									de 1968. Sin contacto con los militantes 
									cenetistas más conscientes y capaces, su 
									visión del anarquismo no siempre se 
									correspondía con la tradición ideológica 
									ácrata. 
			
									
									Cuando la muerte del general Franco se vio 
									próxima, toda esta amalgama de grupos fueron 
									entrando en contacto, recomponiendo sus 
									incipientes organizaciones y convergiendo en 
									una renacida CNT. Pero, por su propio origen 
									heterogéneo, este proceso de reconstrucción 
									de la vieja confederación anarcosindicalista 
									llevaba en su seno el germen de su 
									destrucción; solamente el entusiasmo de los 
									primeros años de la Transición permite 
									explicar la alegría con que se vivió este 
									fugaz espejismo unitario. 
			
									
									Desde que la CNT se vio confrontada con la 
									realidad cotidiana del país, y sobre todo 
									desde que tuvo que realizar la necesaria 
									clarificación ideológica convocando su V 
									Congreso Confederal, esta alianza 
									provisional de grupos, corrientes y 
									tendencias saltó por los aires. Aquellos 
									militantes que se habían arrimado al 
									anarcosindicalismo al calor de la 
									reconstrucción de la antaño prestigiosa CNT, 
									la abandonaron rápidamente cincopuntistas, 
									cristianos, nacionalistas, marxistas 
									heterodoxos... Fracasados sus intentos de 
									controlar la estructura orgánica confederal 
									por medio de un organización paralela y, por 
									eso mismo, derrotados en el Congreso, 
									tomaron su propio camino. 
			
									
									La CNT retomó sus esencias, pero pagando un 
									alto precio: una dolorosa ruptura sindical, 
									una sensible pérdida de militantes y una 
									sensación de amargo desencanto. 
			
									
									FUENTES HEMEROGRAFICAS 
									Construcción, Sindicato de la Construcción 
									de Madrid, nº 1: noviembre 1975 
									Acción libertaria, Regional de Aragón, nº 6: 
									junio de 1976 
									La colmena obrera, Federación Local de 
									Badalona, julio de 1976 
									Martillo, Sindicato del Metal de Barcelona, 
									nº 1: agosto de 1976 
									Vibracions, Federación Comarcal del Alto 
									Ampurdán, septiembre de 1976 
									CNT, Sindicato de la Construcción de 
									Zaragoza, octubre de 1976 
									Catalunya, revista d´opinió confederal, nº 
									1: octubre de 1976 
									Acción directa, Federación Local de Mataró, 
									nº 1: octubre de 1976 
									Andalucía libertaria, Regional de Andalucía, 
									nº 1: octubre de 1976 
									Confederación, Regional Murcia-Albacete, nº 
									1: diciembre de 1976 
									Apoyo mutuo, Sindicato de Oficios Varios de 
									Cuéllar, nº 1: diciembre de 1976 
									El escaparate libertario, Sindicato de 
									Comercio de Madrid, nº 1: marzo de 1977 
									Tierra y libertad, Federación Anarquista 
									Ibérica, Barcelona 
									CNT, Portavoz de la Confederación Nacional 
									del Trabajo, Madrid 
									Solidaridad Obrera, Regional de Cataluña, 
									Barcelona 
									Fragua Social, Regional del País Valenciano, 
									Valencia 
									Bicicleta, Madrid y Valencia 
									Ajoblanco, Barcelona 
			
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									CNT: la única organización 
									anarcosindicalista de España. 
					
									
									Los primeros años. 
									 
									El movimiento anarquista español carecía de 
									una organización nacional estable en sus 
									primeros años. El anarquista Juan Gómez 
									Casas discutió la evolución de la 
									organización anarquista antes de la creación 
									de la CNT:  
									 
									Después de un periodo de dispersión, la 
									Federación de Trabajadores de la Región 
									Española desapareció, para ser reemplazada 
									por la Organización Anarquista de la Región 
									Española... Esta organización entonces 
									cambió, en 1890, al Pacto de Ayuda y 
									Solidaridad, el cual fue por sí mismo 
									disuelto en 1896 debido a la represiva 
									legislación en contra del anarquismo 
									separandose en varios núcleos y sociedades 
									de trabajadores autónomas... Los restos que 
									quedaron del FRE dieron origen a la 
									Solidaridad Obrera en 1907, la antecesora 
									directa de la CNT. —Juan Gómez Casas  
									 
									Existió un consenso general entre los 
									anarquistas a principios del siglo XX de que 
									una nueva organización laboral nacional se 
									necesitaba para traer coherencia y fuerza al 
									movimiento. Esta situación se enmarcaba 
									dentro del proceso natural de la revolución 
									industrial . Durante la restauración 
									borbónica , a los partidos tradicionales y 
									dinásticos representados por Cánovas del 
									Castillo y Práxedes Mateo Sagasta , el 
									movimiento obrero emergente se unió 
									alrededor del PSOE como fuerza política y de 
									la UGT como sindicato obrero. No faltaban 
									tampoco los movimientos republicanos y con 
									más acento demócrata que parte de la nueva 
									burguesía apoyaba.  
									 
									Así, la CNT nació hacia el año 1910 en 
									Barcelona en un congreso del sindicato 
									catalán Solidaridad Obrera con el objetivo 
									de constituir una fuerza relevante opositora 
									al sindicato mayoritario por entonces, la 
									socialista UGT y " apresurar la emancipación 
									económica de la clase trabajadora a través 
									de la expropiación revolucionaria de la 
									burguesía... ". La CNT comenzó siendo 
									pequeña, con alrededor de 30.000 miembros a 
									través de varios sindicatos y otras 
									confederaciones.  
									 
									En 1911 con ocasión de su primer congreso se 
									convocó una huelga general lo que provocó 
									que el sindicato fuese ilegalizado hasta 
									1914 . En ese mismo año de 1911, el 
									sindicato recibió oficialmente su nombre.
									 
									 
									A partir de 1916 la CNT cambió de estrategia 
									con respecto a la UGT estableciendo 
									relaciones con este sindicato, lo que hizo 
									que ambas organizaciones convocaran 
									conjuntamente la huelga general de 1917 . En 
									el segundo congreso de la CNT en 1919 se 
									estudió la posibilidad de la fusión de las 
									organizaciones para contribuir a una mayor 
									unidad del movimiento obrero español . En el 
									mismo congreso se aprobó la vinculación 
									provisional de la CNT a la Tercera 
									Internacional , pero tras la visita de Ángel 
									Pestaña a la URSS y por consejo de éste, la 
									CNT se apartará de ella definitivamente en 
									1922 .  
									 
									Auge de la CNT  
									 
									A partir de 1918 la CNT se fortaleció por 
									una crisis en la industria catalana, lo que 
									llevó a muchos obreros a afiliarse al 
									sindicato. El sindicato tuvo un papel 
									destacado en el desarrollo de la huelga de 
									La Canadiense . Entonces empezó a cundir el 
									pánico entre los patrones, siendo el origen 
									del pistolerismo que propició un auge de la 
									violencia y afectó significativamente al 
									sindicato.  
									 
									En 1922 se forma en Berlín la Asociación 
									Internacional de los Trabajadores , 
									organización a la que se adheire la CNT. En 
									1923 , con el advenimiento de la dictadura 
									de Miguel Primo de Rivera , el sindicato es 
									ilegalizado.  
									 
									En 1927 y ante el posicionamiento "moderado" 
									de algunos cenetistas , se crea en Valencia 
									la Federación Anarquista Ibérica (FAI), una 
									asociación de grupos de afinidad 
									anarquistas, que desempeñará un papel 
									importante en los siguientes años a través 
									de la denominada trabazón con la CNT, es 
									decir la presencia de elementos faístas en 
									la anarcosindical. La intención era que el 
									sindicato no se alejase de los postulados 
									ácratas .  
									 
									La Segunda República  
			
									
									Tras la caída del antiguo régimen hay un 
									inicial apoyo a la Segunda República que irá 
									disminuyendo durante el período del 1931 - 
									1933 por los constantes enfrentamientos con 
									las autoridades republicanas en las 
									sucesivas huelgas sectoriales y generales, 
									al final del cual incluso se llevarán a cabo 
									las llamadas revoluciones de Enero y de 
									Diciembre , ambas rápidamente controladas 
									por el Estado, y a los sucesos de Casas 
									Viejas . En aquel entonces, el núcleo 
									principal de la CNT estaba en Cataluña , 
									pero en otras regiones ganaba importancia 
									como en Aragón (donde era mayoritario frente 
									a UGT) o Andalucía .  
									 
									Las tensiones entre el "ala moderada" ( no 
									faístas ) y el "ala radical" ( faístas ) son 
									constantes y complejas de analizar dado el 
									carácter descentralizado y sectorial de la 
									organización. Finalmente en 1931 un grupo de 
									no faístas publica el Manifiesto de los 
									Treinta que dará lugar al treintismo y en 
									1932 Ángel Pestaña crea el Partido 
									Sindicalista .  
									 
									El bienio negro supuso una etapa de 
									clandestinidad que atacó profundamente las 
									bases del anarcosindicalismo a nivel 
									nacional, durante el que la CNT participaría 
									en un plano secundario frente a la 
									iniciativa socialista en la llamada 
									Revolución de Octubre de 1934 . En Asturias 
									, sin embargo, la Confederación Regional del 
									Trabajo de Asturias, León y Palencia de la 
									CNT participará activamente en la revolución 
									como consecuencia de su postura más proclive 
									a la alianza obrera formalizada a través de 
									la UHP con el pacto con la UGT y la FSA . De 
									esta manera, en La Felguera, Langreo y en el 
									barrio de El Llano de Gijón se llegaron a 
									dar breves experiencias de comunismo 
									libertario :  
									 
									En la barriada de El Llano se procedió a 
									regularizar la vida de acuerdo con los 
									postulados de la CNT: socialización de la 
									riqueza, abolición de la autoridad y el 
									capitalismo. Fue una breve experiencia llena 
									de interés, ya que los revolucionarios no 
									dominaron la ciudad.  
									 
									"Se siguió un procedimiento parecido al de 
									La Felguera. Para la organización del 
									consumo se creó un Comité de Abastos, con 
									delegados por calles, establecidos en las 
									tiendas de comestibles, que controlaban el 
									número de vecinos de cada calle y procedían 
									a la distribución de los alimentos. Este 
									control por calle permitía establecer con 
									facilidad la cantidad de pan y de otros 
									productos que se necesitaban. El Comité de 
									Abastos llevaba el control general de las 
									existencias disponibles, particularmente de 
									la harina". —Manuel Villar. El anarquismo en 
									la insurrección de Asturias: la CNT y la FAI 
									en octubre de 1934  
									 
									Se considera que hubo hasta 30.000 
									encarcelados durante este periodo. La 
									exitosa huelga de transportes en Zaragoza , 
									continuada por huelga general, que duró más 
									de dos semanas, se convocó en unidad con la 
									UGT en 1935 . Sin embargo, la colaboración 
									no cuajó en siguientes acciones.  
									 
									Las elecciones de 1936 tras el 
									desmoronamiento del gobierno de Lerroux 
									colocaron en una compleja tesitura a la CNT. 
									Las opiniones dentro de la organización se 
									repartían entre el tradicional 
									abstencionismo , el dejar vía libre a los 
									obreros para votar, o directamente a pedir 
									el voto para el Frente Popular . Éste tenía 
									entre sus promesas electorales la amnistía 
									para los presos.  
									 
									Se considera que una parte del crecimiento 
									del Frente Popular sobrevino precisamente 
									por el voto libertario .  
									 
									La Guerra Civil  
			
									
									En 1936 , la CNT sería finalmente 
									legalizada, tras períodos de clandestinidad 
									seguidos de otros más cortos de 
									legalización, hasta su aplastamiento al 
									final de la Guerra Civil , donde el 
									sindicato colaboró con otra fuerzas del 
									llamado Bando republicano para oponerse al 
									Bando nacional , llegando incluso durante el 
									desarrollo de la contienda a formar parte 
									del gobierno de la República con varios 
									ministerios y altos cargos de la 
									administración.  
									 
									En Barcelona los anarquistas se hicieron con 
									el control, colectivizando gran parte de las 
									actividades, hecho del que fue testigo 
									George Orwell :  
									 
									"Por primera vez en mi vida, me encontraba 
									en una ciudad donde la clase trabajadora 
									llevaba las riendas. Casi todos los 
									edificios, cualquiera que fuera su tamaño, 
									estaban en manos de los trabajadores y 
									cubiertos con banderas rojas o con la 
									bandera roja y negra de los anarquistas; las 
									paredes ostentaban la hoz y el martillo y 
									las iniciales de los partidos 
									revolucionarios; casi todos los templos 
									habían sido destruidos y sus imágenes, 
									quemadas. Por todas partes, cuadrillas de 
									obreros se dedicaban sistemáticamente a 
									demoler iglesias. En toda tienda y en todo 
									café se veían letreros que proclamaban su 
									nueva condición de servicios socializados; 
									hasta los limpiabotas habían sido 
									colectivizados y sus cajas estaban pintadas 
									de rojo y negro. Camareros y dependientes 
									miraban al cliente cara a cara y lo trataban 
									como a un igual. Las formas serviles e 
									incluso ceremoniosas del lenguaje habían 
									desaparecido. Nadie decía señor, o don y 
									tampoco usted; todos se trataban de 
									«camarada» y «tú», y decían ¡salud! en lugar 
									de buenos días". —George Orwell, Homenaje a 
									Cataluña  
									 
									En agosto de 1936 cuando el frente en Aragón 
									comenzó a estabilizarse, dos quintos de la 
									región estaban bajo control de los rebeldes, 
									aunque comprendiendo a la mitad de la 
									población puesto que controlaban las tres 
									capitales de provincia y Calatayud . A pesar 
									de la importancia de la CNT en esta región 
									no fue capaz de responder y la represión 
									pronto fue acabando con la organización en 
									las zonas controladas por el bando nacional.
									 
									 
									En la otra parte del Aragón dividido, el 
									Estado republicano quedó igualmente anulado. 
									Las milicias de la CNT que ocuparon el Bajo 
									Teruel y Huesca , establecieron comités de 
									defensa que sustituían a los antiguos 
									ayuntamientos. En las zonas con mayor 
									presencia anarquista previa a la guerra 
									comenzó con fuerza el proceso de 
									colectivización de la tierra. Estas primeras 
									colectivizaciones eran voluntarias y se 
									establecían a partir de las tierras 
									propiedad de los miembros y las requisadas a 
									los huídos o desaparecidos. Aquellos que 
									quisieran mantener la propiedad de la tierra 
									no podían contratar a terceras personas, que 
									no fueran de su familia, y las tierras que 
									no labraran pasaban a control de la 
									colectividad.  
									 
									George Orwell comentó acerca de las 
									características de la nueva sociedad que se 
									creó en las colectividades:  
									 
									"Yo estaba integrando, más o menos por azar, 
									la única comunidad de Europa occidental 
									donde la conciencia revolucionaria y el 
									rechazo del capitalismo eran más normales 
									que su contrario. En Aragón se estaba entre 
									decenas de miles de personas de origen 
									proletario en su mayoría, todas ellas vivían 
									y se trataban en términos de igualdad. En 
									teoría, era una igualdad perfecta, y en la 
									práctica no estaba muy lejos de serlo. En 
									algunos aspectos, se experimentaba un 
									pregusto de socialismo, por lo cual entiendo 
									que la actitud mental prevaleciente fuera de 
									índole socialista. Muchas de las 
									motivaciones corrientes en la vida 
									civilizada —ostentación, afán de lucro, 
									temor a los patrones, etcétera— simplemente 
									habían dejado de existir. La división de 
									clases desapareció hasta un punto que 
									resulta casi inconcebible en la atmósfera 
									mercantil de Inglaterra; allí sólo estábamos 
									los campesinos y nosotros, y nadie era amo 
									de nadie". —George Orwell, Homenaje a 
									Cataluña  
									 
									Algunas de las colectividades más 
									importantes fueron las de Alcañiz , Calanda 
									, Alcorisa , Valderrobres , Fraga o Alcampel 
									. No sólo se colectivizaron las tierras, 
									sino que se empredieron labores colectivas 
									como la residencia de ancianos de Fraga o la 
									recuperación de hospitales (como en 
									Barbastro o Binéfar , La Casa de Salud 
									Durruti ); así como la fundación de 
									escuelas, entre ellas la Escuela de 
									Militantes Libertarios . Estas obras serían 
									destruidas durante la guerra por las tropas 
									nacionales.  
									 
									Para proteger las nuevas organizaciones 
									rurales el comité organiza un pleno regional 
									extraordinario de representantes sindicales 
									de los pueblos liderados, respaldado por 
									Buenaventura Durruti . En contra de la 
									opinión del comité nacional de la CNT, 
									fundamentalmente catalán , se crea el 
									Consejo Regional de Defensa de Aragón .  
									 
									El 23 de diciembre de 1936 , tras recibir en 
									Madrid una comitiva formada por Joaquín 
									Ascaso , Miguel Chueca y tres líderes 
									republicanos e independientes, el gobierno 
									de Largo Caballero en el que se habían 
									integrado como ministros cuatro anarquistas 
									( Joan García Oliver , Juan López , Federica 
									Montseny y Juan Peiró ), reconoce la 
									formación del Comité de Defensa Nacional, 
									órgano revolucionario en que estaban 
									representados tanto anarquistas como 
									socialistas y republicanos .  
									 
									A mediados de febrero de 1937 se celebra un 
									congreso en Caspe con el propósito de crear 
									una federación de colectividades regional al 
									que asisten 500 delegados que representan a 
									80.000 colectivistas del Aragón libertario .
									 
									 
									En un pleno de la CNT de marzo de 1937 , el 
									comité nacional pedía un voto de censura 
									para la supresión del Consejo Regional. La 
									amenaza de dimisión de todo el comité 
									regional aragonés lo impidió. Las Jornadas 
									de Mayo en Barcelona y la caída del gobierno 
									de Largo Caballero seguida del gobierno de 
									Juan Negrín precipitaron el derrumbe de la 
									experiencia libertaria.  
									 
									A principios de julio las organizaciones 
									aragonesas del Frente Popular apoyaron 
									públicamente al Consejo a su presidente, 
									Franciso Ascaso . Cuatro semanas después la 
									11ª División de Enrique Líster entró en la 
									región. El 10 de agosto de 1937 el gobierno 
									repubicano establecido en Valencia disolvía 
									el Consejo Regional de Defensa de Aragón. La 
									división de Líster se disponía a una 
									ofensiva en el frente de Aragón, pero 
									también fueron utilizadas para someter a la 
									organización anarquista y desmontar las 
									estructuras colectivas creadas en los doce 
									meses anteriores.  
									 
									Otras figuras clave de la época son Fernando 
									Ascaso y Miguel García Vivancos .  
									 
									Existió también un espíritu de revolución 
									sexual. La organización Mujeres Libres 
									estableció liberatorios para la prostitución 
									en donde se daba una alternativa a las 
									mujeres que querían dejar esa actividad. La 
									mujer adquirió un papel que nunca había 
									tenido en la sociedad española hasta 
									entonces, combatiendo en el frente y 
									trabajando en los tajos, lugares que hasta 
									entonces les habían sido vedados. El amor 
									libre se popularizó, aunque las suspicacias 
									de algunos padres hicieron que se creasen 
									los casamientos revolucionarios , ceremonias 
									informales en las que se hacía constar los 
									emparejamientos, y que podían ser anulados 
									si las partes afectadas no querían continuar 
									la relación.  
			
									
									La CNT bajo la dictadura franquista 
									 
			
									
									En 1939 la Ley de responsabilidades 
									políticas ilegalizaba la organización y se 
									expropiaban sus bienes; inmuebles, material, 
									vehículos, cuentas bancarias, empresas 
									colectivizadas y documentación. Por aquel 
									entonces la CNT contaba con un millón de 
									afiliados y la infraestructura que la 
									soportaba era amplia.  
									 
									La CNT funcionó de forma clandestina dentro 
									del Estado español durante el franquismo , 
									dándose también actividades de cenetistas en 
									el exilio y siguió la lucha contra el 
									régimen de Francisco Franco hasta 1948 a 
									través de algunos maquis . A partir de 
									entonces, posturas divergentes propiciaron 
									un debilitamiento de la organización que 
									hizo que ésta perdiese influencia entre la 
									población. En 1961 se revitalizó 
									consolidándose a lo largo de las décadas de 
									1960 y 1970 gracias a la penetración del 
									ideario anarcosindicalista en organizaciones 
									obreras católicas antifranquistas como 
									Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y 
									Juventud Obrera Católica (JOC).  
									 
									Durante la Transición  
									 
									Tras la muerte de Franco en noviembre de 
									1975 y el comienzo de la Transición , la CNT 
									celebra su primer congreso desde 1936 así 
									como diversos mitines multitudinarios, el 
									más destacado en Montjuïc . De sus 
									conclusiones surgirán algunas de las líneas 
									de actuación que marcan su actividad en los 
									centros de trabajo. No participación en las 
									elecciones sindicales , no reconocimiento de 
									los comités de empresa , no aceptación de 
									subvenciones estatales o empresariales, 
									apoyo a la formación de secciones sindicales 
									.  
									 
									En este primer congreso, celebrado en 1979 
									en Madrid , un sector minoritario, 
									partidario de las elecciones sindicales, se 
									escinde y pasa a llamarse CNT Congreso de 
									Valencia (en referencia al Congreso 
									alternativo realizado en esa ciudad) y 
									posteriormente, perdidas judicialmente las 
									siglas en abril de 1989 , a CGT . Un año 
									después un grupo de afiliados de la CGT se 
									marcha de este sindicato por recibir 
									subvenciones, y funda Solidaridad Obrera 
									(SO).  
									 
									La CNT se vio afectada un año antes, en 1978 
									, por el Caso Scala , un incendio provocado 
									en una sala de fiestas barcelonesa . Los 
									cenetistas han mantenido que se buscó 
									criminalizar a la organización:  
									 
									"Resultaba evidente que la policía no 
									buscaba nada ni a nadie —ya tenían a los 
									culpables— se trataba simplemente de 
									amedrentar a los cenetistas y de ahuyentar 
									de la organización a miles de trabajadores 
									afiliados que, si bien se identificaban con 
									la línea sindical de los 
									anarconsindicalistas, no estaban dispuestos 
									a llegar demasiado lejos en su adhesión, ni 
									mucho menos a desafiar una represión 
									policial de aquella envergadura. La cosa no 
									era de broma, las noticias de nuevas 
									detenciones crearon un ambiente de 
									inseguridad en gran parte de la afiliación. 
									Por otra parte, la certeza de la implicación 
									de la CNT en el atentado fue afianzándose en 
									la opinión pública, lo que provocó un serio 
									deterioro en la imagen de la organización y 
									de los anarquistas por extensión. Si a esto 
									añadimos las noticias de agresiones y 
									asaltos por parte de grupos fascistas, que 
									en aquellos días se incrementaron de forma 
									muy considerable, podemos hacemos una imagen 
									aproximada de la situación. Ser libertario 
									en aquellos momentos se convirtió en algo 
									bastante desagradable. Los medios de 
									comunicación lo hicieron impopular, la 
									policía y los grupos de la ultraderecha lo 
									hicieron peligroso". —Revista Polémica: El 
									Caso Scala. Un proceso contra el 
									anarcosindicalismo  
									 
									A partir de su legalización, se inicia un 
									movimiento para la reparación de las 
									expropiaciones de 1939 , que se concretará 
									en la ley 4/1986 que obligaba a la 
									devolución de los bienes incautados y el 
									derecho a la cesión y uso de inmuebles por 
									parte de los sindicatos. Desde entonces, la 
									CNT viene reclamando la devolución de bienes 
									por parte del Estado.  
									 
									En la década de 1990 se procedió a la 
									ocupación de las instalaciones del Consejo 
									Económico y Social , con sede en Madrid , 
									organismo encargado de la repartición del 
									patrimonio sindical acumulado. En el año 
									2004 se llegó a un acuerdo entre la fiscalía 
									y la CNT por el cual el centenar de 
									procesados por dicha ocupación quedaban 
									libres con cargos.  
									 
									En la actualidad  
									 
									La CNT se opone al modelo de las elecciones 
									sindicales y comités de empresa , y es 
									crítica con los sindicatos mayoritarios UGT 
									y CC.OO. y las reformas laborales, a la vez 
									que mantiene una plataforma reivindicativa. 
									 
									En el año 2005 , el gobierno del Estado 
									español continuó la devolución del 
									patrimonio sindical incautado durante y tras 
									la Guerra Civil a los sindicatos UGT y CNT. 
									Desde algunos colectivos sociales y medios 
									de comunicación, se calificó esta devolución 
									como una muestra de favoritismo a UGT, pues 
									en la anarcosindical en 1936 la afiliación 
									era similar a la del otro sindicato y el 
									gobierno devuelve en ese año a la CNT cuatro 
									millones de euros mientras que a UGT 
									devolvía una cantidad realmente superior. La 
									CNT sigue reclamando a día de hoy la 
									devolución de su patrimonio histórico 
									incautado. 
									 
									En julio de 2006 se celebra el 70 
									aniversario de la Revolución Española de 
									1936 , motivo por el cual la CNT y la FAI 
									organizan unas jornadas conmemorativas con 
									distintos eventos como ponencias, debates, 
									proyecciones, exposiciones y actuaciones 
									musicales. 
									
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