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Atención: nuevas definiciones sobre
anarcosindicalismo.
Juan Gómez Casas
Extraído de "Solidaridad Obrera" nº 128 (especial VI Congreso)
Al
abordar este tema con objetividad, pero con preocupación, deseo
referirme a los análisis desarrollados por José Bondía en el nº 72
de "CNT" correspondiente al mes de marzo. Movido por un afán de
coherencia en la argumentación, quiero referirme a ese párrafo en
que el compañero afirma que muchos olvidan, o desconocen, "Que el
mismo concepto de anarcosindicalismo
entraña una neta contradicción al tratar de conjugar dos conceptos
cercanos al antagonismo: el sindicalismo, necesariamente reformista
e integrador, y el anarquismo, necesariamente revolucionario y
trascendente". Por esta razón, dice el compañero, la acción social o
sindical de la CNT y su propia existencia se desarrolla en la
frontera entre lo reformista y lo revolucionario, entre lo
integrador y lo trascendente respecto al sistema. Se deduce así que
el anarcosindicalismo por su propia realidad constitutiva tendrá dos
fuerzas impulsoras, dos naturalezas en lucha susceptibles de
inclinarse del lado del reformismo o del revolucionarismo. Habría
una lucha del "bien y del mal" dentro de la CNT. El razonamiento del
compañero es una elucubración. Este olvida, o desconoce, y éstas son
las consecuencias de no leer historia, que la proyección directa de
anarquismo en el movimiento obrero por medio de asociaciones,
primero y luego de sindicatos, creó el sindicalismo revolucionario.
Esto es lo que ocurrió con la Primera Internacional en España en
1870, primer congreso obrero celebrado en Barcelona. Allí, el
anarquismo hecho ya asociación obrera, se decantó por la federación
de libres asociaciones de obreros como fórmula de sustitución
revolucionaria al Capitalismo y al Estado. El sindicalismo
revolucionario de la vieja CGT francesa sirvió de pauta, junto con
los antecedentes y las experiencias históricas de la Internacional,
para la creación de la CNT española.
El anarquismo contribuía a crear un sindicalismo revolucionario por
sus contenidos, que no sería otra cosa que anarcosindicalismo. Es
por esto que la CNT anarcosindicalista no tienen problemas de
personalidad, pues ese sindicalismo neutro que puede ser fascista,
comunista, socialista, o reformista, no es un componente de la
organización. Ello se traduce en que la CNT pueda tener unos
principios, tácticas y finalidades únicos que no podrían darse si
estuviera la pobre fluctuando siempre en precario entre el
reformismo y la anarquía. Ese supuesto dualismo sólo existe en la
confusión de algunos amigos. Porque la coherencia del
anarcosindicalismo cenetista impide que pueda haber contradicción
entre los principios, las tácticas y las finalidades. Si esta
condición aparece y se institucionaliza, entonces e s cuando debemos
empezar a temer por la propia existencia del anarcosindicalismo. La
tremenda ventaja de la coherencia, que por abulia no aplicamos
eficazmente, en el campo del socialismo genéricamente hablando, nos
permite prefigurar dentro de la CNT una realidad anticipatoria de
una sociedad sin Estado y sin clases, con militantes responsables
que no delegan su responsabilidad personal e intransferible y toman,
por ello, las decisiones.
Independientemente de sus finalidades, la CNT sabe que se han de
crear las condiciones objetivas para el cambio radical. Que esto no
es una broma, que se actúa contra corriente y que sólo se logrará
haciendo crecer la conciencia revolucionaria de los trabajadores y
de los ciudadanos en los ámbitos donde éstos se desenvuelven: en el
hábitat donde viven y en los lugares en que trabajan (los que
pueden). La CNT, cuya concepción del sindicalismo es revolucionaria
por provenir del anarquismo, sabe también que en el período hasta la
transición tendrá que defender las reivindicaciones obreras como
siempre lo hizo en el curso de la historia, utilizando la acción
directa, o no mediada, de acuerdo con sus fuerzas. Esto explica que
unas veces haya obtenido éxitos en su empeño y otras fracasos. En la
historia de la CNT ha habido también graves contradicciones
circunstancialistas, como durante la guerra civil. La profunda
coherencia de que hablo debe servir para evitar repeticiones de
estos hechos.
A ver si nos aclaramos
El compañero
Bondía afirma que la CNT, como los demás sindicatos entra en el
ranking de las fuerzas sindicales del Estado y como tal favorece la
evolución del sistema en éste o aquel sentido y se convierte se
quiera o no en evolucionista en ausencia de situaciones
revolucionarias. Sí, en cierto modo. Es evolucionista en el sentido
de que durante la preparación al dilatado tránsito revolucionario es
o debe ser un formidable factor de impregnación y contagio que haga
evolucionar al pueblo hacia las condiciones que van a propiciar el
cambio radical. Esa evolución es lo que yo llamo el crecimiento de
la conciencia revolucionaria dentro y fuera de los lugares de
trabajo (algunos sonríen al oír hablar de esto) De cualquier manera,
el compañero Bondía se equivoca cuando nos llama "estáticos", porque
sólo esa nueva conciencia significa un cambio real. La imitación
clara de lo que hacen otros, con pretensiones de originalidad es
como pretender avanzar pedaleando en esas bicicletas inmóviles que
se utilizan para hacer ejercicios físicos en el interior de una
habitación. Pero, acto seguido, se perfila una actitud mucho más
ambigua en el trabajo de Bondía, al afirmar éste que para equilibrar
la balanza y para reencontrarse con el anarcosindicalismo habría que
ir a posiciones más sindicalistas. Un pequeño galimatías. Porque si
por definición somos anarcosindicalistas y no otra cosa, ¿tenemos
que ir al sindicalismo para luego regresar a lo que somos por
naturaleza? ¿Qué significa esto?
Vaciamiento de los contenido de la CNT. El problema de la
integración.
Como a Bondía no le agrada mucho la historia, sobre todo cuando va
contra sus improvisaciones, puede que no sepa que situaciones
confusas como ésta ya se dieron en la CNT durante la dictadura de
Primo de Rivera y posteriormente con las polémicas entre Santillán,
Pestaña y Peiró, sobre todo en las de estos dos últimos. Pestaña
acabó definiendo a la CNT como un continente más que como un
contenido. Un continente sirve para meter cosas dentro. Habiéndose
agarrado al sindicalismo neutro acabó fundando un partido para
infundir a aquél desde fuera un cierto contenido. Cierto que la
postura de Bondía no es esto, pero las implicaciones de cuanto dice
son imprevisibles.
Tras afirmar que, descartando la integración política o de
participación en la lucha por el poder, queda nuestra necesaria e
inevitable integración en el tejido de la sociedad española, termina
diciendo que porque tenemos voluntad de constituirnos en fuerza
social, esta no marginación (entiéndase integración, digo yo) ha de
ser lo más profunda posible, siendo una parte fundamental en el
entramado social. Pero la sociedad española o el entramado como lo
conocemos hoy es el sistema. Y la sociedad española, o el sistema es
todo, es decir, los que trabajan, los parados, los marginados, los
oprimidos, los opresores, los cuerpos represivos, los políticos, la
pluralidad de instituciones, el Estado. ¿Es aquí donde hemos de
integrarnos de una forma "potente" se nos dice? Ante todo, qué es
estar integrados? Integrar es reunir .las partes de un todo,
armonizarlas, para que ese todo pueda cumplir sus funciones
naturales. Tales funciones reconocen incluso discrepancias,
diversidad y oposición hasta ciertos límites, pero todo ello en
razón de que es necesario para el funcionamiento normal del todo.
Por consiguiente, para la consolidación del todo es decir, del
sistema. Así es como entiende la cuestión el reformismo político.
¿Están la CNT y el movimiento libertario integrados así en el
sistema? NO. Estamos dentro del entramado del sistema. Esto nos
condiciona ciertamente, nos limita, nos reprime, se nos impone por
medio de regulaciones autoritarias. Pero estamos contra el sistema,
no somos una pieza indispensable para el desarrollo del sistema. De
hecho, estamos en una situación real de marginación conscientemente
asumida. Desde ésta intentamos contagiar nuestros valores y nuestras
ideas-fuerza, penetrar hasta el corazón mismo de esta sociedad por
nuestra teoría y nuestra práctica. La integración-colaboración, como
la entiende, quiera o no, Bondía, nos dejaría inermes y desarmados
para la defensa de alternativas tendentes al cambio radical y
profundo de la sociedad y convertidos en simple tejido del sistema.
Bases para una estrategia.
En el apartado Bases para una estrategia se nos da a entender qué
podría ser una profunda integración en el entramado social, que no
debería ser política. Se empieza por decir que habría que empezar
por demostrar "que en el ocaso del siglo XX puede existir una
organización anarcosindicalista capaz de desenvolverse con realismo
y eficacia en la resolución de las problemáticas laborales o
sociales". ¿Esto quiere decir resolver las enormes contradicciones
del capitalismo que terminan en crisis económica, paro, marginación,
represión? ¿Un movimiento anarcosindicalista integrado va a resolver
todo esto sin hacer la revolución social? Luego se nos dice, entre
otras cosas, que se deberían "controlar aquellos procesos
estrictamente laborales o sindicales donde están en juego intereses
directos, no políticos, del mundo del trabajo: Seguridad Social,
Desempleo, etc". A esto hay que hacer extensivo, pues, todos los
organismos técnicos y sociales que se relacionan con aquel: el IMAC,
el JSP, el INEM, el INSS, el Consejo Económico y Social, donde se
instalan las burocracias sindicales junto a los funcionarios del
Estado. Los tinglados políticos de que dependen todos estos
mecanismos "económicos y sociales" se encargan de controlarlos los
partidos guía de esos sindicatos.
En la segunda conferencia de militantes de Madrid, se le dijo a Pepe
Bondía que las instituciones y organismos sociales y económicos son
inseparables de los políticos que los crean y condicionan. De manera
que para ser coherentes, esa política de presencia en algunos
ámbitos pronto estaría proyectando una presencia complementaria en
los organismos políticos, desde donde, de acuerdo con la lógica que
anima todo el análisis, se podrían defender las primeras "con
eficacia y realismo".
Con lo dicho, creo que es suficiente para sacar algunas conclusiones
sobre las fórmulas nuevas que se nos proponen. ¿Estaría aleteando a
nuestro alrededor el sindicalismo político?
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Reformismo: el peor enemigo de la CNT.
[26-8-2008]
Para ser afiliado
a la CNT no es obligatorio ser anarcosindicalista, aunque la CNT si
lo sea, también es cierto que en la confederación hay libertad de
pensamientos, cada uno tiene el derecho a pensar como quiera, la
libertad de pensamiento y de expresión es ilimitada, siempre dentro
del respeto mutuo, uno tiene derecho incluso a exponer
planteamientos que puedan considerarse reformistas, siempre que lo
haga con lealtad y respetando los causes orgánicos, pero esto se
quiebra cuando se recurre a la mentira o al engaño para imponer unas
tesis, cuando se vulnera la normativa y los principios, cuando
paralelamente se confabula para alcanzar unos objetivos en vez de
exponerlos abiertamente por los cauces orgánicos establecidos, que
para eso están las asambleas de los sindicatos, los plenos y los
congresos que garantizan que cada uno pueda exponer en igualdad de
condiciones sus ideas, su visión de las cosas, lo que no es
legítimo, y sobre todo lo que no es admisible de ninguna manera es
querer controlar, planificar, ocupar cargos para llevar las cosas a
donde uno quiere, este tipo de conducta fraudulenta es a la que han
recurrido históricamente la mayoría de los reformistas dentro en la
CNT.
Ni si quiera una
mayoría momentánea tiene legitimidad suficiente sino está basada en
el respeto a los principios, a la normativa, y a la razón, porque la
razón del voto exclusivamente, no es suficiente para tomar un
acuerdos; si no se cumplen estas premisas a la hora de tomar
decisiones estaríamos propiciando la desintegración de la
organización.
Los reformistas
siempre han intentado que la CNT abandone sus principios, y sus
armas siempre han sido la conspiración y la manipulación, nunca han
dado la cara abiertamente hasta no estar seguros de conseguir sus
objetivos, y llegado este caso podría ser ya demasiado tarde para
reaccionar.
El reformismo no
es una ideología, ni siquiera una idea, es simplemente la renuncia a
la lucha, es la muerte de las ideas y de la esperanza, es adaptarse
al sistema y a sus reglas, a su juego, por eso es estéril y pudre
todo cuanto toca. Los reformistas no creen en la transformación de
la sociedad, solo aspiran aunque a veces lo oculten a la conquista
del poder, no buscan ni siquiera las mejoras de las condiciones
laborales y sociales de los trabajadores aunque sí la utilizan como
pretexto para alcanzar sus objetivos y sus ambiciones personales:
ocupar cargos y poltronas, alcanzar el estatus de líder, de
liberado, de burócrata, de jefe.
El principio
fundamental de todos reformistas es que el fin justifica los medios,
pero su fines en el fondo no son la transformación de la sociedad,
sus fines son alcanzar el poder y para obtenerlo no dudan en
utilizar los medios más sucios y rastreros, la mentira y el engaño
son sus mejores armas, se inventan falsas situaciones, realidades
virtuales, que nada tienen que ver con la verdadera realidad, sus
espurios argumentos se basan fundamentalmente en el pragmatismo en
el posibilismo y la heterodoxia, desgraciadamente han sido muchos
los incautos que han sucumbido a los encantos de sus mentiras y de
sus manipulaciones. A lo largo de la historia son muchos los
trabajadores y compañeros de buena fe que han sido engañados por
estos embaucadores y que se han perdido para siempre para la causa
de la defensa de la clase obrera y de la emancipación social.
Los reformistas
no creen en la asamblea ni en la democracia directa, ni en la
autogestión ni en la acción directa, su visión del mundo es
centralista, jerárquica y autoritaria, en el fondo carecen de
principios, por eso desprecian la razón y la justicia, nunca
intentan convencer con argumentos sino con engaños y si no lo
consiguen recurren a la imposición.
Son muchos los
reformistas que ha habido en la CNT aunque, afortunadamente, siempre
han sido derrotados, pero han hecho mucho daño a la organización.
Algunos podemos decir, sin exageraciones, que han alcanzado el
despreciable honor de haberse elevado a la categoría de traidores
como el caso de Enrique Marcos, el que fuera secretario general de
la CNT hasta el V congreso quien, al ser rechazadas sus tesis
reformistas y ratificase los principios tácticas y finalidades del
anarcosindicalismo como concepción ideológica general y definir a
las secciones sindicales y la asamblea como garantía de
participación de los trabajadores y desarrollo del sindicalismo,
promovió la Comisión Impugnadora, dando paso primero a la escisión y
después al engendro reformista CGT y a uno de los periodos más
amargos de la confederación a lo largo de su historia.
Este funesto
personaje volvió a la palestra en el 2005 como presidente de Amical
Mauthausen, asociación por la recuperación de la memoria histórica
de víctimas del holocausto nazi, llegando a inventarse un pasado
heroico como ex prisionero de los campos de concentración nazis,
falsedad que quedo al descubierto por el historiador B. Bermejo, y
que él mismo, abrumado por la evidencia, acabó reconociendo, lo que
venía a demostrar que a pesar de los años seguía conservando
íntegramente sus dotes de sofista. Esta noticia tuvo una gran
difusión en todos los medios de comunicación. Para colmo alguien
publicó un artículo exaltando la figura de tan nefasto personaje en
el periódico CNT, sin que el director del periódico diera
explicaciones ni dimitiera, para vergüenza de todos los
anarcosindicalistas.
Otro destacado
reformista que traicionó vilmente a la organización fue José Bondía,
el que fuera Secretario General en el periodo que mantuvo contactos
con Alfonso Guerra de espaldas a la organización. Las promesas del
PSOE fueron una oferta de compra de la CNT. Bondía se sirvió del
cargo para intentar imponer sus planteamientos reformistas a la
organización y desviarla de sus principios, al finalizar su gestión
como secretario general, en su informe de gestión después de hacer
una apología del reformismo llegó a decir que el problema de la CNT
es que estábamos excesivamente ideologizados.
Otros reformistas
no menos despreciables fueron: Antonio Pérez, quien fuera secretario
hasta el congreso monográfico de Torrejón de Ardoz, y José Marc de
la regional catalana. Todos ellos fueron expulsados de la CNT.
En el extremo
opuesto están los auténticos anarcosindicalistas, los que aman y
permanecen fieles a las ideas hasta la muerte, generaciones de
magníficos compañeros que con inquebrantable voluntad han combatido
para que la CNT permanezca fiel a sus principios y a su historia,
contra las intentonas desviacionistas y contra todos los reformistas
de uno u otro signo que siempre en mayor o menor medida han pululado
por la organización. Entre los verdaderos anarcosindicalistas
podemos citar a: Juan Gómez Casas un compañero digno de elogio que
luchó hasta las extenuación para que la CNT continuara permaneciendo
tan anarcosindicalista y revolucionaria como siempre; es
imprescindible leer sus libros para comprender el pasado, el
presente y el futuro de la CNT. Otro buen compañero, tal vez menos
conocido pero no por eso con menos mérito, fue Fernando Montero. Él,
como Juan, también fue Secretario General de la CNT en una situación
difícil que asumió con dedicación y responsabilidad. Otro compañero
fue Juan Castillo de la CNT de Málaga, compañero de una gran
capacidad y de unas cualidades humanas extraordinarias, de firmes
convicciones, fue siempre fiel a los principios anarcosindicalistas
y dedicó toda su vida a la organización. Otro gran
anarcosindicalista fue Antonio Salvador de Sabadell, otro
irreducible, discreto pero fiel hasta la muerte. También eran
verdaderos anarcosindicalistas los compañeros del Sindicato de
Jubilados y Pensionistas de Sevilla, pero a pesar de ello y de haber
dedicado toda su vida a la organización y a la defensa de la clase
obrera, tras toda una vida de militancia anarcosindicalista fueron
expulsados, y aunque en un pleno regional posterior se aprobó su
readmisión, esta nunca se llevo a efecto, perpetrándose en su
contra, un acto de indignidad y desprecio incalificable. La CNT
tiene una deuda pendiente con ellos que jamás podrá pagar. Estos
compañeros junto con muchos miles más, han sido y son la esencia y
el alma de la CNT.
Viva la CNT y el anarcosindicalismo.
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Estamos ideologizados.
[26-8-2008]
Estamos asistiendo en los últimos tiempos a unas críticas,
tanto de organizaciones o grupos ajenos a la Confederación como
desde la propia CNT, contra las secciones de la AIT y contra la
mayoría de los sindicatos de La CNT, a los que se les acusa de ser
pequeños grupúsculos ideologizados y politizados, de no tener
ninguna realidad social, de vivir de espaldas a la sociedad y a los
trabajadores. Muchos de estos ataques vienen de la CGT y otras
organizaciones, algunas de las cuales pertenecieron en su día a la
AIT y han constituido un frente común para destruir a la AIT y de
paso a la CNT. A este frente es al que se ha denominado
internacional paralela y lo componen entre otras organizaciones: CGT
de España, la SAC sueca, la CNT- Vignoles (Francia) y la IWW (USA).
Ellos, que nos acusan de vivir ajenos a la realidad, no
dudan de inventar la realidad si es preciso para adaptarla a sus
propósitos. Pero la realidad es la que es, lo que se trata en el
fondo es de engañar, de manipular de confundir, de echar arena sobre
los ojos de los demás para que no vean el engaño y la traición, se
inventan datos, se inventan conflictos, todo en pro de conseguir la
cuadratura del circulo; han llegado a la conclusión de que las
ideologías estorban, sobre todo la anarquista. Están por la
conquista del poder dentro y fuera de la organización y presentan
como una novedad la anacrónica formula de conquistar el poder para
cambiarlo desde dentro. Abogan por un sindicalismo neutro sin
ataduras ideológicas, critican a la CNT y a la AIT de ser pequeños
grupúsculos ideológicos y políticos. Si estamos ideologizados es
porque tenemos una ideología, la anarquista; si estamos
politizados, es en el sentido de que luchamos por unas ideas de
transformación social, una alternativa a la sociedad capitalista
actual, por el comunismo libertario, pero no en el sentido de lucha
por el poder ni de participar en las instituciones burguesas,
parlamentos, ayuntamientos o comités de empresa. Esto sí que sería
una lucha estéril que nos llevaría inevitablemente a la integración
en el sistema. Los que tanto nos critican no sólo han perdido la
ideología sino también la vergüenza. Quieren asociar la ideología
anarquista al fanatismo, al dogmatismo y al estancamiento, se quiere
hacer creer sutilmente que las ideologías son un lastre, un
impedimento para el crecimiento, para que las masas de trabajadores
acudan a los sindicatos. Ahora de lo que se trata es de ser
modernos, plurales, flexibles y heterodoxos para adaptase a los
nuevos tiempos, para lo cual hay que sumar y unirse con quien haga
falta, incluso con la CGT. Hay que abrirse al exterior, perder el
temor a contaminarse, esto nos dará la unión y la fuerza, y, si es
preciso, prescindir de esos elementos anarquistas ortodoxos anclados
en el pasado, incapaces de adaptase a los nuevos tiempos. Hay que
dejar a un lado las ideas, las utopías y los viejos sueños; ahora,
de lo que se trata es de hacer un sindicalismo de verdad adaptado a
la nueva realidad social, para salir de la marginalidad y del
ostracismo y adaptarse una sociedad flexible y cambiante.
La CGT, ejemplo
flagrante de adaptación a la realidad capitalista, de abandono y
traición a todos los principios anarquistas y anarcosindicalistas,
después de varias décadas de consumar su traición a la CNT y al
anarcosindicalismo, ¿tal vez han conseguido atraer a las masas
obreras y tener los locales repletos de trabajadores con cientos de
miles de afilados? La respuesta es no, sólo han conseguido ser el
furgón de cola de los sindicatos institucionalizados, incapaces de
competir con los sindicatos amarillos, con las grandes burocracias
sindicales, CCOO - UGT, a los que intentan imitar. Y después de
tanta adaptación a la realidad y de haberse quitado el corsé de las
ideas, ¿a dónde han llegado? A nada. A tener estructuras
burocráticas y jerarquizadas, a tener jefes y liberados, a afiliar
cargos políticos, policías y carceleros y aceptar subvenciones del
estado, al que en el fondo sirven o pertenecen. Después de todo esto
tienen la desfachatez y la poca vergüenza de seguir utilizando la
terminología y los símbolos anarcosindicalistas como disfraz, como
algo folklórico de lo que aprovecharse para engañar a los
trabajadores, y tienen el descaro de reclamar la historia y el
patrimonio de la CNT, de la que tanto han renegado y han
traicionado. Si existen todavía es porque al estado le interesa
utilizarlos para generar confusión, como freno del
anarcosindicalismo y de la CNT, que es la única organización que aún
continua siendo verdaderamente anarcosindicalista
Viva la CNT la AIT y el anarcosindicalismo.
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¿Sindicalismo revolucionario o reformismo?
J. Casado
[26-8-2008]
La internacional
paralela Desde hace unos ocho o nueve años y con insistencia
creciente asistimos con estupor a la reagrupación de ciertas
organizaciones que, mal disfrazadas de anarcosindicalistas y
adoptando simulados pujos de radicalidad frente a los sindicatos
oficialistas, vienen planeando una estrategia de acoso a las
secciones de la AIT con diversos pasos tácticos, uno de los cuales,
el actual, se configura como un intento baboso de envolvimiento de
nuestras secciones en acciones inventadas por los reformistas, al
objeto de extraer de esa "colaboración" una suerte de aval de
"anarcosindicalismo" que les sirva para poder moverse con cierta
holgura en el mundo libertario y seguir de este modo intentando
involucrar a compañeros incautos y poco avisados en sus prácticas de
sindicato integrado por el estado en las elecciones sindicales y
Comités de Empresa , en las subvenciones sistemáticas de los
gobiernos, en la sindicación de miembros de seguridad del Estado y
de los patronos y de funcionarios de cárcel etc., y también camino
de otras integraciones políticas, como, de momento, son las
elecciones municipales. Componen el núcleo de este batiburrillo con
pretensiones de extensión internacional la SAC sueca, la llamada CNT
de Vignoles (Paris) y la CGT de España. Estos son los principales
autores de esta atrocidad planeada y representada por sectores que
poco tienen de obreros y nada de libertarios. Se podrían comentar
muchas cosas de todos estos pseudo-burguesitos amaestrados por la
patronal, pero prefiero hablar de los que nos tocan más de cerca que
son los de la CGT.
Estos pretendidos "anarcosindicalistas" toman a la asamblea del
sindicato como un apunte folklórico para encubrir el carácter de las
decisiones tomadas por las altas esferas cegetistas, compuestas por
aburguesados traidores a la clase obrera que, para más inri, se
ponen la pegatina de anarcosindicalistas. Su estrategia es una más
de las que dan cobertura a la clase explotadora para confundir a los
obreros sobre cuáles son la organizaciones que genuinamente
defienden a las clases desheredadas del mundo. Los anarquistas
siempre han tenido claro qué modelo de organización sindical han
querido para llegar a la emancipación de los trabajadores, y
construyeron sindicatos que fueron como baluartes inexpugnables para
la difusión de la idea. Ningún anarquista puede colaborar en una
organización que, con su voto, delega la acción y la palabra en
alguien que se dedica a chupar del bote y a comer la sopa boba
mientras dure su candidatura. Y produce también escándalo que alguna
gente, que debería tener las cosas claras y que han elegido ellos
mismos una forma antiautoritaria de organizarse, caigan en la trampa
de colaborar en ciertas campañas con ese tipo de gente, llegando a
un acercamiento realmente repulsivo del que nada bueno se puede
esperar. Lo que yo, por mi parte, tengo claro es que combatiré hasta
el final cualquier tendencia reformista que se preste a
desarrollarse en mi organización, ya que el desarrollo de ciertas
prácticas dentro del sindicato eliminarían el elemento libertario,
esencia del proyecto de emancipación obrera. Con su colaboración en
el sistema de control obrero del estado español, la CGT, en su
intento, primero, de acercarse y luego de copar el campo de CCOO y
UGT, lo único que ha conseguido fue afianzar aun más ese sistema de
control por parte del estado. Está claro que meterse en prácticas
reformistas a lo único que llevaría es a la paulatina
autodestrucción de la CNT como única fuerza sindical que,
históricamente y en su práctica habitual del día a día, ha
demostrado ser digna y consecuente con sus planteamientos. Es, por
ello, iluso y ridículo intentar tomar posturas en común con
organizaciones radicalmente opuestas con nuestro ideario
emancipador. A poco que se analice el contenido militante de CGT, y
ello se ve claramente en la práctica de sus congresos y en la última
reunión secreta denunciada incluso en La Campana, el peso de los
elementos de IU, marxistas y comunistas, dentro de esa organización,
es decisivo. Gente que, no hace tanto, rindió homenaje a Enrique
Lister en su muerte, Lister, el fatídico personaje encargado por el
P.C. de destruir, por orden de Stalin, las colectividades
libertarias de Aragón en 1937. Creo que lo que yo quería decir ha
quedado suficientemente claro, esperando que reflexiones lo aquí
expuesto y pensando en la actuación inteligente de la militancia
confederal, frente a los intentos de destruir nuestra Confederación
y nuestra Internacional.
¡ Viva la CNT ! En rumbo
constante hacia la emancipación de la clase trabajadora.
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Representatividad.
José Luis García
Rúa y José Gómez González
Una correcta
representatividad.
Partiendo siempre del principio de que asamblea sin sindicato es
ciega y sindicato sin asamblea es vacío, somos conscientes de que,
cuando son los obreros los que promueven la representatividad, ésta
deriva directamente de sus propias y exclusivas decisiones en el
fondo yen la forma, y, de este modo, sus representantes son los que,
en cada caso, deciden las asambleas obreras, otorgando a aquéllos un
mandato concreto y sin ningún carácter permanente.
La libertad sindical por
la que la clase obrera viene luchando desde el nacimiento de su
conciencia de la misma, debe ser plena, y debe permitir a todos los
sindicatos trabajar libremente y en igualdad de condiciones en las
empresas, moverse entre los trabajadores, hacer entre ellos su
propaganda y el planteamiento de sus propuestas, cuya diversidad
habrá de ser contrastada en las asambleas de tajo, para decidir su
parecer mayoritario en la asamblea general. Justamente ése es el
cometido de la Secciones Sindicales de Empresa: estar al tanto de
todos los problemas obreros, tanto particulares como generales,
denunciar las arbitrariedades patronales, defender, en toda
situación de agresión e injusticia, a individuos y grupos obreros y
convencerlos de la razón de sus planteamientos, tanto en los casos
concretos como en la visión general del movimiento obrero y de sus
finalidades. Las asambleas son las que deben decidir, en cada caso,
sus propuestas y nombrar a sus representantes para planteárselas a
la Patronal.. Estos representantes tendrán un margen de negociación
fijado por la asamblea y, en ningún caso, deben poder tomar decisión
alguna sin la aprobación mayoritaria de la asamblea general. Para
negociaciones que rebasen el marco de la empresa, se habrá de
proceder a coordinaciones previas entre asambleas de ramo, que
deberán proceder según la metodología ya descrita. Si hablamos de
esto, estamos hablando de un movimiento trabajador real y vivo y del
método directo inexcusable de sus acciones. Naturalmente, con esta
metodología, que es la única y propia para la canalización y defensa
de los intereses de los trabajadores, las reivindicaciones obreras
son más duras y radicales y pueden y deben, además, integrar
planteamientos finalísticos de superación del sistema.
La reacción de la Patronal y el Estado.
Es claro que ni a la Patronal ni al Estado les conviene tal
metodología que define a la clase obrera como competidor antagónico
del Capital y no como su colaborador productivo. Por y para promover
formas de relación a la medida de su conveniencia, Capital y Estado
siempre han tendido a intervenir en la definición "legal" de
representatividad obrera, coaccionando, forzando o aniquilando el
derecho de los trabajadores a decidir la forma y el fondo de su
propia representación. Las presiones de Capital y Estado, así como
su estrategia de mediatizar una parte del movimiento obrero vienen
manifestándose en España desde los años 20 y 30 del siglo pasado,
cuando el dictador Primo de Rivera asocia a su causa al partido
socialista y a la UGT en el intento de hacer prevalecer la práctica
de los "Comités Paritarios" entre patronos y obreros, y cuando, ya
en la II República, los socialistas en el Poder, y por su vergonzosa
ley de abril de 1932, tratan de imponer la misma estructura de Primo
con el nombre de "Jurados Mixtos". En ambos casos, tales intentos
fracasaron por la oposición y la fuerza de la CNT, pero, visto con
ojos de hoy, podemos afirmar que esos antecedentes primorriveristas
y socialo-ugetistas fueron el germen de los actuales Comités de
Empresa y similares, después de haber recibido la santificación de
los mismos por el dictador Franco y por sus sucesores de la
"transición".
Los medios patronales y estatales han sido siempre los mismos:
dividir a los trabajadores, privilegiar a unos grupos determinados y
erigirlos no sólo en interlocutores válidos sino incluso en
interlocutores únicos, interlocutores que han de aceptar la
"racionalidad" del lenguaje del Capitalismo y que, por ello, se
convierten en sus servidores. Es el medio por el que capitalistas y
gobernantes intentan desposeer a la clase obrera del protagonismo
que le corresponde, eliminándola, como sujeto físico y moral, del
campo de la acción en la reivindicación de sus derechos, e
imponiéndole un sistema "parlamentario", falso de raíz, en el que
los representantes compadres del Patronato pueden hacerse
"representantes" con el voto del dos o tres por ciento de los
"representados" y hasta con menos. Se trata con esto, por parte de
las clases explotadoras, de crear unas estructuras formales donde
ese dos o tres por ciento en las urnas sea el medio instrumental del
travestimiento de una "participación" inexistente.
Claro que, para lograr esos propósitos, patronales y gobiernos
necesitan sus propios sindicatos, los "amarillos", pero sobre todo
requieren una complicidad fundamental, la de aquellos sindicatos
que, tácita o expresamente, son correa de transmisión de partidos
políticos, y/o la de aquellos grupos de actividad sindical puramente
tradeunionista, actuantes en el campo de reivindicaciones
perfectamente asumibles por el sistema. En ambos casos y dentro de
la tensión obrero-patronal, el sistema sale siempre no sólo intacto
sino permanente y progresivamente fortalecido, bien porque ninguno
de esos "contendientes" propone modelo alguno de recambio del
sistema, o bien porque, si por pura forma lo propusiera, tal
"proposición" resultaría vacía e inoperativa, desde el momento en
que, ya por principio, se acepta el medio, el modo y el instrumento
que la Patronal y el Estado deciden, lo que hace que la acción de
aquéllos no puede dejar de ser puramente reproductora del sistema.
La representatividad corrompida.
Todo lo anteriormente dicho se materializa en una operación de
compra-venta por la que se convierte a esos grupos (la "fuerzas o
agentes sociales", según la fraseología mediáticopolítica) en
lobbies, grupos de presión política en el campo económico y
adyacentes, asegurándoles "un lugar al sol" capitalista, con todos
los privilegios que se derivan de tal integración en el sistema
capitalista-burgués. Así nace el yuppy profesionalizado que se quita
la corbata en período de campaña, que se inviste de interlocutor
único, que se libera del trabajo, que asegura y blinda su puesto de
trabajo en cualquier avatar de reconversión económica de la empresa
o de despido de trabajadores, que se dota de tiempo libre de
carácter privado, de un status de excepcional consideración social,
preparativo todo ello del primer peldaño de una "carrera política"
posterior, etc, etc. Y lo más sangrante de la cosa es que tal
compra-venta, y por lo tanto tal derrota de la clase obrera como
tal, se pretende presentar como una "conquista" de clase tanto por
los beneficiadores como por los beneficiados de tal trato o trueque.
¡El colmo de la desfachatez y del cinismo!.
La operación aquí descrita es de lo más inteligente por parte del
capitalismo. Su bicoca consiste en obtener así una organización del
trabajo donde, formalmente, aparece como actuante la figura del
"agente social", a la vez que, en términos reales, tal "agente"
actúa sólo de garante de todas las limitaciones reivindicativas de
cualquier índole, a la vez que de terminator de la operatividad
transformativa de la clase obrera como tal. Su misión efectiva es la
de vaciar de contenido las reivindicaciones de transformación, a la
vez que la de provocar en la mente del trabajador el convencimiento
de que organizarse es inconveniente y hasta absurdo, ya que, con el
tiempo, se genera la cultura de la delegación y dependencia que
impide el protagonismo obrero, y, por contrapartida, se potencia el
egoismo del personal y su insolidaridad de clase, en beneficio de la
"paz social", en la que el empresariado medra y el sistema se
fortalece.
Efectividad propatronal de los Comités de Empresa.
Por lo que se refiere a España y a la eficacia propatronal de los
Comités de Empresa, es muy elocuente el ejemplo de Euskalduna
(Bilbao), donde el Gobierno, durante la reconversión naval de los
años 86-87, cerró el astillero con el acuerdo de los sindicatos CCOO,
UGT y ELASTV, más el inestimable apoyo desmovilizador de los Comités
de Empresa de los restantes astilleros de la nación. En los seis
meses de enfrentamiento que mantuvieron los obreros de Euskalduna,
jamás se dio una huelga de solidaridad en el sector.
Otro ejemplo, más elocuente aun por ser más general, es el que se
deriva del análisis de las luchas entre los años 82 y 87 de siglo
pasado: En ese tiempo, el tiempo del gran desmantelamiento
industrial para nuestra entrada en Europa, todos recordamos las
luchas contra las reconversiones del campo, de la pesca, de la
minería, de la industria en general. Eran los tiempos de la lucha en
la siderurgia, abanderada por Sagunto y Reinosa, la de los
astilleros en Puerto Real, Euskalduna, Gijón y otros, la de los
campesinos con sus interminables caminatas y sus huelgas de hambre,
las violentas respuestas de la minería asturiana, las luchas del
textil y en el sector del automóvil... Eran, pues, los tiempos
apropiados para la lucha conjunta, para la huelga general. Pues,
bien, los "sindicatos", esos interlocutores válidos y únicos que se
buscó el capitalismo, supieron bien hurtarse a ese imperativo de la
clase y a esa coyuntura histórica. ¿Y cómo lo hicieron ? Pues
apoyándose en sus "brazos largos", los Comités de Empresa, que
impidieron la solidaridad y la lucha en común entre todos los
sectores, en suma, la huelga general que se hacía manifiestamente
necesaria. Medio empleado: el arma del miedo y el fomento del
egoísmo localista.
Veamos ahora de qué tipo de "representatividad" se trata. Por mucha
minoría y archiminoría que sean los votantes, la ley les permite
componer los Comités de Empresa y les otorga la representación de
todo el colectivo. Por ejemplo, en el año 1983 y en el astillero de
Puerto Real, el máximo de votos recibido por el presidente del
Comité fue de 125, y de 71 el del máximo líder de la UGT. La
plantilla obrera superaba entonces los 3.000 trabajadores. La
pregunta sale sola: ¿a quién representaba esa gente?. Queda, pues,
claro que la representatividad de los Comités de Empresa no se la
dan los trabajadores sino la ley del Estado y la voluntad de los
empresarios que la promueven.
Otra de las grandes artimañas de las que se valen los "sindicatos
oficiales" (que lo son unos más que otros, pero que, en conjunto,
son todos aquellos que aceptan las elecciones sindicales) es la de
utilizar a su antojo y en su propio beneficio su doble condición de
"representatividad", como Secciones Sindicales de Empresa y como
Comités de Empresa, habida cuenta de que la ley pro- patronal sólo
reconoce derechos de representatividad funcional a las Secciones
Sindicales que se hayan presentado a las elecciones sindicales. Pues
bien, cuando tales "sindicatos" encuentran dificultades como Comités
de Empresa para sacar adelante sus propuestas, echan entonces mano
de su otro tipo de "representatividad" como Secciones Sindicales
para hacer pasar lo que los trabajadores rechazan. Un ejemplo de la
práctica de tal triquiñuela se dio, en el astillero de Puerto Real
con motivo de la votación del Convenio Colectivo del año 91-92,
cuando la propuesta del Comité de Empresa fue totalmente rechazada
por los trabajadores, que aceptaban palmariamente, en la asamblea,
las propuestas de CNT, donde se contenía una estrategia de lucha de
bajo rendimiento indefinido en la producción. En esa situación, al
ver el Comité la imposibilidad de sacar adelante su propuesta a mano
alzada y enpresencia, forzó la votación secreta, y se encontró con
que de 2500 trabajadores sólo votaron 480, y de ellos sólo dijeron
sí 439, 38 dijeron no y tres nulos. O sea que más de 2000
trabajadores, siguiendo la línea de la propuesta de CNT, se
abstuvieron. ¿Renunció entonces el Comité de Empresa a su propuesta
ante la negativa de la inmensa mayoría de los trabajadores?. De
ninguna manera. Era una propuesta que convenía la Patronal y había
que sacarla adelante. El medio fue dimitir como Comité de Empresa y
votar el convenio como Secciones Sindicales. Para esto les sirve su
dualidad "representativa". Y, como botón de muestra, véase el
siguiente fragmento de un documento circular de la empresa, fechado
el 7-8-91 y expuesto en el tablón de anuncios del astillero:
"El 23 de agosto se
abonará un anticipo de 50.000 pts., a cuenta de los atrasos de los
salarios devengados, a todos los afiliados de las Centrales
Sindicales firmantes, así como al resto del personal, excepto a
aquellos que, expresamente, manifiesten su rechazo al Convenio
Colectivo 1991-1992, antes del 16 de los corrientes".
Pero que nadie se
escandalice creyendo que éste es un caso de particular corrupción
entre patronos y Comité de Empresa de la Bahía de Cádiz. Es, por el
contrario, la práctica habitual de ese gran contubernio
"representativo". Una vez impuesto el Convenio de la manera
referida, los dimitidos del Comité siguieron actuando como sección
sindical durante varios meses, luego forzaron unas elecciones
sindicales y volvieron a salir Comité de Empresa en las condiciones
descritas más arriba.
La última reconversión naval del 2004 es igualmente aleccionadora
sobre la estrategia y misión real de los Comités de Empresa. Se
trataba por parte del sector de un recorte drástico, mortal, de la
mano de obra, manteniendo, naturalmente, la exigencia de dejar a
salvo los intereses militares en su área naval. El papel de los
Comités fue el de siempre: tratar de continuo con la SEPI a espaldas
de los trabajadores; garantizar la salvaguardia de la construcción
naval militar; aprovecharse -ya que no podía impedirla- de la
espectacularidad de la movilización obrera, a fin de fortalecer sus
propios intereses de grupo de presión; dejar llegar la cuestión al
agotamiento, a la sensación de esterilidad de las acciones, a la vía
muerta, y, finalmente, a la ruptura de la solidaridad por el
procedimiento de los favorecimientos localistas, con abandono a su
suerte de los demás, o sea, a la privatización, antesala de la
desaparición. Y, tanto en un caso como en el otro, consagrar el
desmantelamiento de la mitad de la mano de obra: cinco mil puñeteros
obreros a la calle.
Necesidad del rechazo absoluto de los Comités de Empresa y de los
propulsores de los mismos.
Si queremos, ahora, abundar en la cuestión del "precio" de esa
venta, veamos unos pocos datos más que ilustran esa operación. El
Estatuto del Trabajador concede a cada delegado de 15 a 40 horas de
liberación del trabajo, según el número de obreros de la industria,
pero las empresas, a la vista de lo lucrativo del sistema-comités,
permiten a esos delegados la liberación a jornada completa. Al mismo
tiempo, los sujetos de los Comités pueden acumular horas sindicales
de varios delegados y liberar a otros miembros del Comité para
dedicarlos como funcionarios de los sindicatos fuera de las
empresas. Se les permite entrar y salir de la empresa como y cuando
quieran, y aprovechan dichas horas para cuestiones personales del
gusto de cada uno.
En la pelea por ser mayoritarios en el Comité se practica
normalmente la mendicidad del voto o la promesa de favores
futuribles por el mismo. Se crea así el hábito del clientelismo en
el que el "cliente" exige la prioridad de sus intereses. Se enfrenta
a unos trabajadores con otros; el deterioro de la moral obrera es,
así, creciente y, con frecuencia, la pérdida de dignidad llega a
hacer irrespirable el aire de la empresa, un ambiente que hace casi
imposible el mantenimiento de cualquier identidad ideológica.
El sistema de las elecciones sindicales está envenenado y envenena
por necesidad a cualquiera que lo acepte y entre dentro de él. Esto
debe tenerlo muy en cuenta la CNT y el anarcosindicalismo en
general. Los escisionistas de la CNT de los años 80, hoy CGT, decían
ir a las elecciones sindicales para vaciar de contenido a los
Comités de Empresa y destruirlos. Hace mucho tiempo que, ya
totalmente envenenados, son los mayores defensores del sistema de
comités. Otras secuelas de la CGT, que también insisten en llamarse
"libertarios", los de "Solidaridad", pretenden justificar su
asistencia a las elecciones sindicales diciendo que los Comités de
Empresa favorecen la formación de secciones sindicales. Seguramente
se están refiriendo a ese tipo de secciones que, como vimos más
arriba, alternan con los Comités, y ya sabemos lo que da de sí esa
dualidad "representativa". Con ese lenguaje, ambiguo a veces y falso
siempre a todas luces, pretenden esos "libertarios" llevarnos al
huerto de la "unidad" ¿De qué "unidad", cómo, con quién, en nombre
de quién, a costa de qué? Quien no sea capaz de ver la falsedad de
las elecciones sindicales y de los Comités de Empresa, y que
diáfanamente constituyen una estrategia patronal, lo llevan mal, muy
mal. Así que, si no quieren enmendarse y dudamos ya de que puedan,
sigan por donde van, afianzando el sistema e integraditos en él, y
déjennos tranquilos, que conocemos muy bien su intención de
inficionar nuestra coherencia para justificarse a sí mismos.
Somos muy conscientes de
que el camino del anarcosindicalismo es duro y difícil, incluso muy
duro y muy difícil, pero es el único que ofrece, en su día, garantía
de liberación para la clase obrera. Siempre el sistema estuvo en
contra nuestra y en ello puso y pone sus máximos esfuerzos. Frente a
ellos, nuestra resistencia hizo que aquí estemos, todavía enteros,
coherentes, con una práctica limpia y una meta clara donde ir. La
clase obrera lo sabe, incluso en su situación de impotencia actual.
No han podido borrarnos, ni absorbernos, ni integrarnos ni
corrompernos. Que los demás echen una mirada a su trayectoria y a su
presente, y saquen sus consecuencias, si tienen arrestos para ello. |
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